Más de 10.000 extranjeros han llegado a Gipuzkoa desde que comenzó la crisis
el crecimiento poblacional se mantiene anualmente en unas 1.700 personas
Rumania, Nicaragua, Pakistán, Portugal, Marruecos y Colombia son los países que más habitantes aportan
Diario de noticias de Gipuzkoa, , 24-06-2012donostia. En medio de expedientes de regulación de empleo, primas de riesgo, rescates financieros y un sinfín de tijeretazos que desesperan a miles de guipuzcoanos, más de 10.000 extranjeros han desafiado a la suerte en los últimos cinco años haciendo las maletas para instalarse en el territorio. Puede resultar hasta paradójico que, frente una crisis sin precedentes que parece perpetuarse, lejos de claudicar, estas personas sigan viniendo. Incluso puede serlo aun más teniendo en cuenta que en adelante “también lo seguirán haciendo”, como augura el profesor de la UPV/EHU, Xabier Aierdi.
Hay un dicho popular que han hecho suyo muchos inmigrantes: “Cuando no caemos en picado, parece que las cosas van bien”. Una frase que sintetiza su manera de enfrentarse a las adversidades y que, de algún modo, queda de manifiesto en la extrapolación de datos realizada por este periódico, a raíz de un estudio del Observatorio Vasco de Inmigración, Ikuspegi sobre la población extranjera de la CAV (1998 – 2012).
Fue durante el segundo semestre de 2008 cuando el territorio comenzó a conocer qué era aquello de los ERE, un término que sonaba extraño y que la paulatina precariedad laboral ha convertido en parte indisoluble de la vida de miles de guipuzcoanos. Pues bien, entre 2008 y 2009, en los albores de la crisis, el número de extranjeros que llegaron a Gipuzkoa se incrementó en casi 5.000 personas, pasando de las 35.935 registradas en 2008 a las 40.859 de 2009, según los datos de Ikuspegi.
Es un crecimiento que no ha cesado, si bien de una manera mucho más atenuada, conforme se ha ido agudizando la crisis. En todo caso, el boca a boca entre los inmigrantes se ha seguido manteniendo.
Muchos de ellos continúan llegando a Euskadi convencidos de que no es una situación precisamente fácil la que van a encontrar, pero aún es más compleja la que dejan atrás. “La gente se puede extrañar, pero no hay más que ver el precio de la canasta de nuestros países”, confiesa la argentina Silvia Carrizo, presidenta de la Asociación de Mujeres Inmigrantes, Malen Etxea. “La canasta”, como la llaman en su país, es esa cesta de la compra con productos tan básicos como pan y leche, que llegan a alcanzar precios astronómicos.
De hecho, hace unos días se lo comentaba una compañera hondureña: “Las alubias se han puesto más caras que la carne”. No es más que un apunte doméstico que muestra con toda elocuencia la realidad de la que escapan. Las familias humildes no pueden vivir en países donde las legumbres alcanzan el precio del oro. Solo por eso, uno se marcha, lo que explicaría por qué, a pesar de los nubarrones que acechan, continúa el crecimiento de población extranjera en Gipuzkoa.
Así, entre 2009 y 2010 llegaron al territorio 1.590 personas; fueron 1.730 entre 2010 y 2011 y prácticamente la misma cifra (1.734) durante el último año. “Si hace seis años recibíamos en la asociación a tres compañeras nuevas por semana, igual ahora llega una, pero siguen viniendo”, reconoce Carrizo.
variaciones residenciales El Instituto Nacional de Estadística acaba de hacer públicos los datos de altas en el territorio por variaciones residenciales de los extranjeros. Gracias a ello podemos conocer el lugar de procedencia de las personas que se han dado de alta en el padrón durante el último año.
Así, Rumania, con 534 incorporaciones, es el país que más personas aporta. La mediadora cultural Ileana Balaci, coautora de un informe sobre población rumana gitana en el territorio, reconoce que a pesar de las nuevas llegadas, cada vez es más frecuente que los rumanos marchen a Italia e Inglaterra. “Eso sí, vuelven a España por primavera, para trabajos eventuales relacionados con la recogida de fresas”, observa.
Nicaragua, con 327 compatriotas, ocupa el segundo lugar, al que le siguen Pakistán (222), Portugal (169), Marruecos (164), Colombia (122), República Dominicana (115), Honduras (107) y Ucrania, con 47 incorporaciones.
Procedente de este último país del Este es Myroslav Bilyk, un joven de 26 años que, desafiando la crisis, ha conseguido abrir su propio locutorio hace unos meses en la calle Urdaneta de Donostia. “Es verdad que la gente sigue viniendo, es algo que observo en los últimos meses. Veo nuevas caras de África, de América, de compatriotas que vienen a estudiar, a prepararse, por muy difícil que esté la situación”.
Bilyk también ha cursado estudios como técnico comercial, e incluso hizo prácticas en un concesionario, hasta que por fin se ha podido permitir abrir su propio negocio. “No hay fronteras insuperables, pero es verdad que todo depende de cómo quieras vivir”, argumenta. En su caso, llevar las riendas del negocio no le da un segundo de respiro, al abrir de lunes a domingo, en horario de 10.00 a 14.00 horas y de 15.00 a 21.00. “Siendo sincero, el único día que fui al trabajo fue el de la huelga general, que aproveché para hacer una barbacoa con unos amigos”, sonríe.
Pero que la gente alcance este destino no quiere decir que lo tenga precisamente fácil. La presidenta de Malen Etxea observa ciertos cambios en los últimos cuatro o cinco años que reflejan las difíciles condiciones laborales que encuentran en un país tan castigado por la crisis. “Antes de 2008, las compañeras que llegaban a la asociación, en dos o tres semanas, máximo 50 días, encontraban trabajo. Ahora pueden pasarse seis u ocho meses sin nada. A muchas de ellas, una vez que se les muere la persona a la que cuidaban, se les acaba la vida laboral”. Carrizo observa que ya no hay la contención social de antaño.
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