Los extremos griegos

La Vanguardia, Pilar Rahola, 08-05-2012

Qué bello nombre para algo tan feo!”, decía Jordi Basté al hablar del partido nazi que ha entrado en el Parlamento griego. Ciertamente, la expresión Amanecer Dorado evoca playas deliciosas, compañías estimulantes y sentimientos pacíficos, pero nunca sería la evocación de la peor ideología de la historia europea. Imaginarse que detrás de un amanecer dorado lo que hay son esvásticas, cerebros brutalizados y una ideología de odio es como si matáramos la poesía. Y eso ha ocurrido en Grecia, a tenor del endiablado Parlamento que ha surgido después de las elecciones, que han matado la poesía. Claro que tampoco había mucha lírica en la dura prosa de un país que ha gestionado de forma desastrosa sus recursos y que está en pleno naufragio. Pero como estipuló la ley de Murphy, todo lo que va mal tiende a empeorar, y así ha sido en la vieja Hélade. Ahora no sólo el país está en quiebra, pendiente del frágil hilo de la paciencia teutona, a vueltas entre intentar sobrevivir en el agujero de la deuda imposible o caer en el infierno de la salida del euro; además, ahora Grecia tiene nazis en el Parlamento. Y no son nazis disimulados, de los que ponían a Wagner en los mítines mientras hablaban de Juana de Arco. Estos ponen cara de perro al descubierto, hacen homenajes a Rudolph Hess, reparten brigadas uniformadas por los barrios de la inmigración y saludan al estilo del Führer. Es decir, fuera complejos, el nazismo ya puede volver con su propia cara a un parlamento europeo. Y ello ocurre al tiempo que la extrema izquierda, con un partido comunista que aún glorifica las glorias del estalinismo, también mejora resultados y remata el desastre. Si algo se reduce en Grecia es el sentido común, aunque sea con el poco sentido común que han tenido hasta ahora los partidos del eje ideológico central.

Grecia se hunde y la pregunta es saber si Europa la mantendrá a flote o dejará caer el lastre, con la quiebra de confianza que significaría para el viejo sueño de la unión. Pero mientras se clarifica el abrupto jeroglífico griego, habrá que poner las propias barbas a remojar, porque algunos de los males griegos abundan en las revueltas aguas hispanas. Por ejemplo, el crecimiento de los populismos extremos. También crecen en nuestras esquinas ideológicas discursos que van desde la izquierda más extrema hasta la extrema derecha, y cuyo nexo de unión es el desprecio al sistema democrático.

No es baladí el crecimiento que han tenido algunos partidos fascistoides en las municipales, y tampoco lo es el aumento del prestigio del discurso antisistema. Es decir, disminuye la confianza a medida que aumenta la crisis, y con ello crece una desestabilizadora radicalidad ideológica. Y ese será el reto más difícil que tendremos en los próximos tiempos. ¿Superar la crisis económica? No, superar la crisis social que inevitablemente comporta.

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