«¡Dejad las banderas rojas y servid al país!»
Sarkozy reinventa el Día del Trabajo con un toque populista y mensaje patriótico
El Mundo, , 02-05-2012Los partidarios de Marine Le Pen están en un brete. Desde que la candidata del Frente Nacional confirmó ayer su intención de votar en blanco el próximo domingo, sus 6,4 millones de electores se hallan divididos de cara a la trascendental cita con las urnas. Según Ifop, un 39% planea abstenerse, un 46% apoyará a Nicolas Sarkozy «para frenar la inmigración» y un 15% escogerá la papeleta de François Hollande «para castigar al jefe de Estado saliente».
Sarkozy conoce al dedillo esos datos y sabe que necesita a cada uno de los simpatizantes de Le Pen para revalidar mandato. Sobre todo porque, aunque François Bayrou aún no ha dado recomendación de voto a sus 3,2 millones de seguidores, no confía en que el centrista vaya a prestarle el menor sostén, tras el viraje hacia la derecha dura que ha dado su campaña, impulsado por el estratega Patrick Buisson. Así que, si el día decisivo quiere superar el 46,5% que le otorgan los sondeos, tendrá que ser conquistando a ese 27% de ciudadanos apáticos que podría quedarse en casa o a ese 19% que aún sigue indeciso o a los muy recalcitrantes seguidores de Le Pen.
Sarkozy, «el hombre que no renuncia jamás», como lo definió Le Point, aún piensa que puede hacerlo. «¿Todavía cree en sus posibilidades?», le inquirió ayer el comentarista de BFMTV Olivier Mazerolle, al término de su último gran acto multitudinario en París. «Me parece una pregunta cruel», respondió él. «Hollande ya se ha despedido de mí en un mitin. Pero debería saber que sólo me podrá decir ‘hasta luego’ cuando los franceses se lo autoricen».
Doscientos mil de esos franceses acudieron el Primero de Mayo a la plaza del Trocadero para participar en la peculiar celebración del Día del Trabajo que Sarkozy había improvisado el 22 de abril, tras conocerse los resultados de la primera vuelta. Aquella noche se supo que muchos líderes de la izquierda se apuntarían a la tradicional celebración sindical para convertirla en una jornada de apoyo a Hollande. Así que el aspirante de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) se sacó de la manga esta fiesta consagrada al «verdadero trabajo» cuyo enunciado ha resultado tan polémico.
Como era previsible, los más de 300 desfiles sindicales que se sudecieron a lo largo del día, y que contaron con la participación de Martine Aubry, Ségolène Royal o Jean-Luc Mélenchon pero no de Hollande, que prefirió un «banquete republicano» al aire libre en Nevers, se vieron precedidos por las declaraciones del líder obrero Bernard Thibault (CGT) llamando a derrocar en las urnas a Sarkozy. «¡Dejad las banderas rojas y servid a vuestro país!», les respondió desde su púlpito el presidente y candidato a la reelección, espoleado por el éxito de una convocatoria que multiplicó por cuatro las expectativas de la organización.
En su alocución, consagrada al trabajo, atacó las 35 horas de jornada semanal y la jubilación a los 60 años, dos logros de anteriores gobiernos socialistas «que han destruido cientos de miles de puestos de trabajo y puesto en peligro las pensiones el futuro». Llamó a los sindicatos a «no meterse en política porque quien dicta las leyes es la Asamblea Nacional». Insistió en los ejemplos de Grecia y España, cuya grave situación debe empujar a Francia para adoptar un «nuevo modelo social y laboral» que facilite los convenios laborales en las empresas. Y recalcó que «sólo trabajando duro se podrá salir de la crisis, pagar la deuda, recuperar el poder adquisitivo y crear empleo».
Además, sugirió que el triunfo del PS conllevaría la desintegración del sistema de pensiones y su impuesto sobre el patrimonio y las sucesiones era un ataque contra la propiedad. Luego repasó puntos fuertes de su programa como el control de la inmigración, el proteccionismo comercial, el IVA social, el laicismo contra el comunitarismo o la formación obligatoria para los parados, citó profusamente a De Gaulle y ensalzó la identidad nacional como leitmotiv para fundar la Francia del mañana.
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