«El señor Strauss-Kahn no puede aludir a la inmunidad en un esfuerzo por limpiar su nombre». Con estas palabras el juez de la Corte Suprema del Bronx, Douglas McKeon, echó ayer por tierra el argumento presentado por la defensa del ex director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) para evitar un juicio civil por agresión sexual. La decisión del magistrado abre, por tanto, la puerta a un nuevo proceso al que deberá enfrentarse DSK en Nueva York después de que Nafissatou Diallo, la empleada del hotel Sofitel que le ha denunciado por violación, optara por abrir un nuevo cauce judicial tras fracasar la vía penal el pasado agosto al considerarse el testimonio de la presunta víctima como no creíble.
El juez recordó al político francés que renunció voluntariamente a su cargo días después de que fuera detenido el 15 del pasado mayo en el interior de un avión que se disponía a partir a París desde el aeropuerto John F. Kennedy. «No era ni un empleado del FMI, ni un enviado diplomático, ni un agente diplomático», sentenció Mckeon. Además, matizó que «si Strauss-Kahn gozaba de absoluta inmunidad, como sostiene, ha habido oportunidades antes que ahora para que la reivindicase».
Los abogados de Diallo, una inmigrante guineana radicada desde hace años en EE UU, se felicitaron por el fallo. «Estamos extremadamente contentos con la decisión», anunciaron en un comunicado. La alegría de la parte denunciante, contrastó con la reacción de los letrados de DSK. «Nos decepciona que el tribunal no haya accedido a archivar la demanda civil contra Strauss-Kahn, quien está determinado a luchar contra las acusaciones que pesan sobre él, y tenemos confianza en que gane», señalaron.
Asalto «sádico y brutal»
Aunque la decisión de ayer abre la vía a un proceso civil con jurado popular, existe la posibilidad de que ambas partes puedan recurrir la sentencia de la Corte del Bronx, una posibilidad que ya ha planteado la defensa del político francés. Aun así, constituye un gran paso a favor de Diallo después de que la Fiscalía de Manhattan abandonara el juicio penal al dudar de su relato. La camarera, de 33 años, acusa al ex director gerente del FMI de haberla asaltado sexualmente de forma «sádica, intencionada, brutal y violenta», mientras ellas se disponía a limpiar la habitación.