Nicolas Sarkozy no está dispuesto a dejar que «Francia se diluya en la globalización»; y François Hollande está convencido de representar el impulso al crecimiento que espera Europa. Los candidatos a la presidencia de Francia endurecen el tono a menos a una semana de la cita con las urnas sin perder de vista al electorado de Marine Le Pen.
El presidente candidato eligió Toulouse, todavía en estado de choque tras las matanzas de Mohamed Merah, para defender la necesidad de las fronteras y el gran error de quienes quisieron acabar con ellas. Sostiene que «sin fronteras no hay naciones, ni Estados, ni república ni civilización». No quiere que «Francia se aísle de Europa», pero sí que sus entradas estén controladas y no solo en lo que se refiere a la inmigración. Quiere también fronteras económicas y anuncia que cerrará el suelo francés a las empresas no comunitarias que «no respeten los valores de la República».
El conservador considera el nacionalismo «una ideología profundamente peligrosa», pero dice entender a quienes quieren mantener la Francia que heredaron de sus padres.
«¿Cómo Francia podría proteger nuestro modo de vida si la mayoría de la gente no sabe lo que es ser francés en el siglo XXI?», se preguntó. Y fue más allá: «Haced saltar las fronteras y veréis las tribus y las comunidades imponer a sus miembros comportamientos que no queremos en la República».
De cara a Bruselas, rechaza cualquier posible renegociación del tratado de estabilidad.
Eso es precisamente lo que Hollande cree que esperan de él el resto de dirigentes europeos, ahora que «la palabra crecimiento, que había desaparecido de los textos oficiales, está asumida». Forzado por la presión de su contrincante, precisó que su política de inmigración pasa por mantener el número de regularizaciones. Y quiso tranquilizar también a quienes rechazan su propuesta de permitir el voto en las municipales a los extranjeros no comunitarios. «Que nadie identifique el voto de los extranjeros con el voto musulmán, no habrá carne halal en los comedores escolares».
Sarkozy reprochó a Hollande que se hubiera ido a Madrid a ver a Zapatero nada más ser elegido en las primarias socialistas. El líder del PS quiere «acabar con la arrogancia» y que el próximo presidente «sea digno».
Los sondeos siguen dando ganador al socialista (54 %), aunque Sarkozy (46 %) parece acortar distancias y lograría el 45 % de los votos del Frente Nacional.