Marine Le Pen ya tiene decidido a quién apoyará el Frente Nacional en esta segunda ronda de los comicios presidenciales franceses. Pero no lo quiere anunciar hasta el primero de mayo, durante esa manifestación en memoria de Juana de Arco que su partido organiza desde hace años para fastidiar a los sindicatos. ¿Sarkozy u Hollande? La líder ultra nacionalista simula deshojar la margarita, pero su entorno sabe bien que, a la hora de la verdad, no dará consigna alguna a los 6.421.802 electores que la apoyaron el pasado 22 de abril. O, aún peor, les invitará a votar en blanco para evidenciar el divorcio de un 17,90% del censo con lo que ella llama «el sistema UMPS». Como ni el presidente saliente ni el aspirante socialista se fían, desde el lunes recorren el Hexágono para devolver al redil republicano a los votantes descarriados. Y han incluido en su itinerario de campaña zonas donde el FN ha tenido un éxito inusitado. Así, el líder de la Unión para un Movimiento Popular recalcó ayer en Longjumeau (Essone) su idea de reducir a la mitad el número anual de inmigrantes y su rechazo a quienes sitúan el apoyo a Le Pen fuera del sistema: El voto a Marine Le Pen «no es objetable; tiene derecho a presentarse», dijo Sarkozy, «porque ella es compatible con la República». El candidato del Partido Socialista aseguró el martes, en una entrevista en ‘Libération’, que «una parte del electorado del FN viene de la izquierda y hay que lograr que vuelva». «Es mi responsabilidad dirigirme a esos ciudadanos que han expresado, con su voto, una cólera social y convencerles de que es la izquierda quien mejor les protegerá», añadió. Según un sondeo de Opinion Way, el 64% de los partidarios de la UMP apoya un acuerdo con el FN.