En el «cuerpo a cuerpo» presupuestario que Alfredo Pérez Rubalcaba protagonizó ayer con el ministro Cristóbal Montoro en defensa de la enmienda a la totalidad presentada por el PSOE no faltó de nada; ni siquiera la acusación de xenofobia contra un Ejecutivo que quita a los inmigrantes ilegales la tarjeta sanitaria. «Eso es xenófobo, cruel e ineficaz, porque las gripes acabarán en urgencias», auguró el líder socialista contra quienes, como el consejero castellano-manchego, José Ignacio Echániz, «dan pábulo a la siniestra idea» de que los inmigrantes detraen recursos de la sanidad que deberían estar dedicados a los nacionales.

Todo ello entre argumento y argumento para defenderse de la acusación de «engaño» en el traspaso de poderes —la «herencia recibida»—, que presidió las sucesivas intervenciones del titular de Hacienda. «Nadie engañó a nadie, señor Montoro, las cifras de déficit público se conocieron cuando se conocieron», clamó el líder socialista en medio del escándalo de la bancada popular y la cara de estupor de Montoro. Su argumento: que el déficit público fue del 8,5% del Producto Interior Bruto (PIB) en 2011 frente al 6 por ciento presupuestado por la fuerte caída de ingresos. Y puso como prueba de ello que el actual secretario de Estado de Administraciones Públicas, Antonio Beteta, consejero de Economía de Madrid hasta diciembre, sabía que su comunidad iba a recaudar mil millones menos.
Menos «alemanes»

Lo que sí es un engaño, contraatacó Rubalcaba, es subir impuestos, bajar pensiones y recortar sanidad y educación, y hacer una amnistía fiscal «inmoral» —avisó que va a pedir los nombres de quienes afloren dinero «negro»—, cuando el Partido Popular prometió lo contrario en campaña electoral. «Su caso lo estudiarán los politólogos», afirmó dirigiéndose a Mariano Rajoy, como ejemplo de político que en menos tiempo ha incumplido más promesas.
Disciplina del ajuste

«No se atisba ninguna política de crecimiento», reprochó, y aquí no se trata de ser «más alemanes que los alemanes» en la disciplina del ajuste porque eso no es bueno para la la economía española y lo dicen «desde el Fondo Monetario Internacional hasta algún reputado premio Nobel», comentó el secretario general del PSOE. «Corre el riesgo de que algún día la mayoría absoluta no refleje la mayoría social», explicó el líder socialista a Rajoy para justificar movilizaciones como la huelga general del 29 de marzo contra la reforma laboral.

«Si la gente sale a la calle no es porque el PSOE le diga que salga», insistió, al tiempo que tendió la mano para acabar de una vez con la reestructuración del sector bancario porque el problema de la economía española es de liquidez. En su opinión, la mejor prueba de que los Presupuestos no transmiten confianza es que reconocen 630.000 nuevos parados. Rubalcaba aprovechó su intervención para dirigirse a Rajoy con ánimo de «recomponer consensos», rotos, dijo, al cambiar las reglas de nombramiento de presidente de RTVE. Una oferta con escaso recorrido a juzgar por el rifirrafe posterior en los pasillos a colación de si hubo veto o no de los socialista al nombre propuesto por el Partido Popular para presidir el ente.