Le Pen deja a la ultraderecha a las puertas de la segunda ronda

El Frente Nacional consigue un resultado histórico, superior al de 2002

Deia, EFE, 23-04-2012

París. Marine Le Pen, a quien su tercera posición en la primera ronda de las presidenciales francesas eliminó ayer de la carrera hacia el Elíseo, se convirtió en la sorpresa de la noche al conseguir un resultado electoral histórico para el Frente Nacional: 19%, mayor incluso que el obtenido por su progenitor y predecesor en el cargo, Jean Marie Le Pen, en 2002 – 16,7% – , cuando logró pasar a la segunda vuelta con Jacques Chirac. Este resultado refleja, pese a la derrota, el apoyo a una candidatura presentada a sí misma como “antisistema” y que buscaba un rostro más amable para la ultraderecha gala.

En una intervención tras conocerse las primeras estimaciones, Le Pen se congratuló del resultado obtenido y de figurar, a su juicio, como la única fuerza de oposición a la izquierda ante la “debilidad” del partido del presidente y candidato Nicolas Sarkozy. “La batalla de Francia no ha hecho más que empezar, queridos amigos”, declaró.

“Hemos hecho explotar el monopolio de los dos partidos de la banca y de las finanzas (…) Hemos llevado más alto que nunca las ideas nacionales, pero no se trata más que de un comienzo”, manifestó la líder del Frente Nacional. Le Pen señaló también que necesita el apoyo de sus militantes “para devolverle al pueblo francés su orgullo”, pero se mostró confiada de imponer todos juntos “el gran cambio”. “Todo es posible todos unidos”, señaló la ultraderechista, quien anunció que el camino que pretende emprender es el de la restauración del poder adquisitivo o el de la devolución a los ciudadanos de “la alegría de ser francés”. Le Pen consideró que los franceses habían sido invitados este domingo “a la mesa de las elites”, y subrayó que esta primera vuelta “no es un fin en sí mismo, sino el comienzo de una vasta agrupación de patriotas y de defensores de su identidad”, así como de los “enamorados” de la excepción francesa.

antieuropeísta La sucesora de Jean – Marie Le Pen había intentado, desde su investidura como presidenta del Frente Nacional en enero de 2011, consolidar la presencia mediática de su partido y venderlo como la “verdadera alternativa” de Francia en estos comicios. Abogada de profesión y protagonista a los 43 años de una meteórica carrera en la agrupación fundada por su padre, Le Pen ha centrado en su oposición al euro y a la “Europa de Bruselas” el eje de su campaña. La salida del euro, culpable según ella de la crisis financiera que atraviesa en viejo continente, era su principal propuesta en economía.

La ultraderechista ha buscado limpiar la imagen de su partido dentro y fuera de Francia, al tiempo que se ha alejado del discurso de su padre en temas más polémicos, como la Segunda Guerra Mundial o el negacionismo, que a su progenitor le valieron condenas judiciales. Pero con una apabullante confianza en sus apariciones públicas y un discurso plagado de cifras para demostrar la viabilidad de sus propuestas, se ha mostrado igual de dura en asuntos santo y seña de su partido, como la inmigración y el soberanismo, con Europa como responsable de buena parte de los males de Francia.

La incapacidad de la Unión Europea de detener el “tsunami migratorio”, al que responsabiliza del incremento de la inseguridad en Francia, ha sido su tema preferido de campaña, un mensaje que se ha visto fortalecido por la eclosión de Mohamed Merah, el asesino de Toulouse, autor de siete muertes en nombre de Al Qaeda. “La punta del iceberg”, ha repetido una y otra vez Le Pen para criticar la “islamización” de Francia, visible para ella en la proliferación de mezquitas o de carne de animales matados con el rito musulmán.

Partidaria del laicismo del Estado, Le Pen no duda en fustigar la pérdida de identidad cristiana de la sociedad francesa a causa del incremento de la inmigración. Un discurso que le permite aglutinar al electorado más ultranacionalista pero que le genera una gran animadversión en el resto de la sociedad.

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