Sin rastro de arrepentimiento

La Razón, Pedro G. Poyatos, 18-04-2012

Breivik presume de la magnitud de su masacre en la declaración ante el tribunal. Reconoce que «volvería a hacerlo» y asegura que se inspiró en Al Qaeda
La segunda sesión del juicio contra Anders Bhering Breivik se ajustó al guión previsto. El autor de los atentados de Oslo y Utoya del verano pasado aprovechó ayer su declaración ante el tribunal que lo juzga para hacer apología de sus ideas xenófobas y ultraderechistas. Erigido como defensor de los «indígenas europeos», leyó durante una hora una declaración de trece páginas con la que intentó justificar el asesinato de 77 personas inocentes.

Como hiciera el lunes, el fundamentalista cristiano de 33 años saludó «a lo nazi» al llegar a la sala del Tribunal de Oslo. Sin embargo, las autoridades habían prohibido grabar o emitir en directo la sesión para evitar seguirle el juego a Breivik. Con todo, muchos medios noruegos sí transcribieron la declaración del acusado, criticada por las supervivientes y los familiares de las víctimas. El terrorista ultraderechista no sólo no se mostró arrepentido de un acto que calificó de «bondad, no de maldad», sino que aseguró que «volvería a hacerlo» si tuviera la oportunidad. Y es que, según él, «los ataques del 22 de julio fueron ataques preventivos para defender al pueblo noruego» de la «colonización islámica» que propicia la política de inmigración del Gobierno socialdemócrata del primer ministro, Jens Stoltenberg. Breivik incluso se jactó de que «he llevado a cabo el ataque político más sofisticado y espectacular que se haya cometido en Europa desde la Segunda Guerra Mundial». En su opinión, «lo único que debería sorprender a Noruega y Europa es por qué un acto así no ha ocurrido antes».

Hablando en nombre de los Caballeros Templarios, organización que la Fiscalía noruega atribuye exclusivamente a la desbordante imaginación del acusado, Breivik anunció que existen dos células terroristas «individuales y autónomas» en Noruega listas para actuar. Pese a su islamofobia, el ultraderechista calificó a Al Qaeda como «la organización revolucionaria más grande del mundo» y reconoció que la red integrista «fue su inspiración».  Breivik reclamó el derecho a defenderse frente a los «actos crueles» que han sufrido los europeos a manos de los musulmanes, desde violaciones a asesinatos o atentados como los de Madrid.

Los atentados fueron «en defensa de los noruegos étnicos y de su cultura», de ahí que no se considere culpable, reiteró. «Actué en una situación de necesidad por mi gente, mi cultura, mi religión, mi país», dijo Breivik al cerrar su declaración, interrumpida en numerosas ocasiones por la presidenta del tribunal para exigirle contención verbal.

Ignorando el dolor de los familiares de las víctimas presentes en la sala, Breivik despreció a los 69 jóvenes que mató a balazos en la isla de Utoya porque «no eran inocentes, niños civiles, sino activistas políticos que trabajan por el multiculturalismo». El asesino equiparó las AUF (Juventudes Socialdemócratas) con las Juventudes Hitlerianas y definió el campamento  como un «campo de adoctrinamiento para activistas políticos» donde se forman «los comunistas más extremistas de Noruega».

Kosovo y el 11 – S
Preguntado por el fiscal a qué se debe su odio por los musulmanes, Breivik respondió que en una ocasión él y un amigo fueron atacados por unos musulmanes que le rompieron la nariz. El acusado atribuyó su radicalización a los bombardeos de la OTAN contra Serbia en 1999 por defender a los musulmanes albanokosovares, y los atentados del 11 – S.

Al haberse declarado el acusado autor de los 77 asesinatos, el tribunal deberá determinar durante las próximas diez semanas su estado mental. Aunque un primer informe psiquiátrico presentado en noviembre diagnosticaba a Breivik una «esquizofrenia paranoide», un segundo informe aseguraba hace una semana que el acusado se encontraba en perfecto uso de sus facultades mentales al cometer los atentados.

Si no se le considera un enfermo mental, y se le declara culpable, Breivik será condenado a 21 años de cárcel, pero podría estar entre rejas para siempre si se le sigue considerando un peligro público. El ultraderechista afirma que prefiere eso, o morir, que ser declarado enfermo mental: «Morir como un mártir es el mayor honor que se puede experimentar».

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