Chabolismo urbano en Poblenou

Barracas precarias... y peligrosas

El mal estado de las chabolas hace temer que la tragedia del lunes pueda repetirse Los vecinos piden soluciones y Trias insta a los dueños a denunciar las ocupaciones

El Periodico, CARLOS MÁRQUEZ DANIEL , 11-04-2012

Tras el golpe de una tragedia suele imponerse un tiempo de reflexión que permita definir el problema, distinguir las causas y evitar desastres similares en el futuro. Ese proceso tan pasional como racional a veces prospera y a veces se enfría hasta que una nueva desgracia vuelve a despertar el debate. La muerte de cuatro personas que vivían en una barraca en un solar de Poblenou ha abierto una de estas ventanas de discusión. No tanto sobre lo precario de estas chabolas, sino sobre el peligro que corren sus moradores, con bombonas de gas y numeroso material inflamable conviviendo en escasos metros cuadrados de nula ventilación.

Manuel es un extremeño que lleva cinco años en Sant Martí. El último, lo ha pasado en un descampado de la calle de Llull. Comparte parcela con otras siete barracas, ocupadas mayormente por rumanos con los que dice llevarse bien. Abre las puertas de su chabola y a la izquierda, nada más entrar, llama la atención la bombona naranja. «La cierro todas las noches. No la puedo dejar fuera porque seguramente desaparecería. Tengo muchas mantas y papeles y plástico, pero no me da miedo. Lo que me acojona es el racismo. No tengo claro que la muerte de los rumanos haya sido accidental».

APAGAR Y DORMIR / Teme que el incendio fuera intencionado porque se acuerda de que uno de los que vivía en la calle de Bilbao recibió una paliza por parte de un grupo neonazi hace un par de años. Junto a Manuel, tres jóvenes de nacionalidad rumana siguen la conversación con alguna dificultad. Ellos tienen muy clara la norma del gas. «Hay que cerrar siempre, yo no puedo dormir tranquilo si no lo he comprobado antes», dice uno; «los pequeños ratones dando vueltas por la habitación no me importan, pero una pequeña chispa y todos muertos…, eso sí que no me gusta», complementa el otro. Como su colega español, explican que el verdadero enemigo es el que puede venir de fuera. «Si estamos dormidos, imagínate que llega alguien y hace fuego. Nos quemamos vivos».

Manel Andreu es el portavoz de la red de apoyo a los asentamientos de Poblenou. Duda de que el incendio de la noche del domingo sea el punto de inflexión definitivo hacia la solución del problema. Consciente de que se trata de un tema «complejo», a su modo de ver es necesario un trabajo a cuatro bandas: «la red civil de entidades de apoyo, el ayuntamiento, la Generalitat y el Gobierno central». Por si no fuera complicado poner de acuerdo a todos estos agentes, habría que añadir a la lista de negociadores a los propietarios de las fábricas y solares ocupados.

DRAMA EMERGENTE / La asociación de vecinos de Poblenou emitió ayer un comunicado en el que insta a buscar una salida «urgente» a este drama. Piden al consistorio que deje de «cubrirse las espaldas» insistiendo en la titularidad privada de las fincas y reclaman los «medios necesarios» para que estas personas puedan vivir «con dignidad». «En Barcelona está emergiendo una realidad que muchos creían erradicada: el barraquismo. No podemos actuar como si no lo viéramos», raza el texto vecinal.

El alcalde Xavier Trias se dio por aludido y anunció ayer que pedirá a los dueños de los solares y edificios en desuso que denuncien estas situaciones irregulares para que la Administración pueda actuar con todas las de la ley y evitar, de paso, nuevas tragedias como la de la barraca de Can Ricart. Por ahora, el ayuntamiento solo puede desalojar si hay una demanda del titular y una orden judicial. También se puede actuar, según un portavoz municipal, «si hay un riesgo objetivo», esto es, si las personas que viven dentro están en peligro o suponen un peligro para terceros. En este caso, el consistorio, que también requeriría permiso del juez, solo podría intervenir en ese asunto concreto. ¿Pero quién comunicará esa posible situación de peligro? ¿Los propios moradores?

Andreu censura que la única medicina sea hasta la fecha «el desalojo sin más», una medida que solo genera más «invisibilidad de este colectivo que vive en la extrema pobreza». «Parece que se echan la culpa los unos a los otros. Desde el distrito nos han dicho que si los bomberos hicieran informes más contundentes, ellos actuarían. El problema es que nadie se quiere mojar». Fuentes de la Guardia Urbana aseguraban que la actuación en estos casos es complicada «porque en el momento en que están instalados, ese espacio pasa a ser su domicilio aunque se trate de una ocupación». «Muchas veces no tenemos claro cómo actuar».

REPATRIACIÓN SOLIDARIA / Cuatro compatriotas de las víctimas se acercaron ayer al solar de Bilbao. Uno de ellos es un familiar lejano. Cuentan que cuando muere un paisano se hace una colecta para pagar los más de 4.000 euros que cuesta repatriar el cadáver. Preguntan si los cuerpos están «completos». Un agente les explica que murieron por el humo y se quedan más tranquilos. En el lugar se echan de menos un par de bicicletas nuevecitas que el lunes se salvaron de las llamas; la noche debe haber sido larga y fructífera.

Desde dentro del solar la tragedia se hace más visible. El agujero bajo la rampa en el que estaban las cuatro personas (foto de la izquierda) es minúsculo, y todavía quedan algunas mantas dentro que no se quemaron. Quizás el fuego se originara fuera, pero el humo, a capricho del viento, debió apoderarse del reducido ambiente interior, asfixiando a los habitantes en pleno sueño.

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