Diez inmigrantes –seis somalíes y cuatro eritreos– murieron durante la travesía entre Libia y las costas italianas, según relataron los supervivientes –48 personas, entre ellas tres mujeres embarazadas– que fueron rescatados de una precaria embarcación neumática por militares italianos y llevados a la diminuta isla de Lampedusa. Italia teme que, con la llegada del buen tiempo, se reanude el intenso flujo de inmigrantes y refugiados por mar. El año pasado la crisis adquirió una dimensión internacional. El Gobierno italiano, desbordado por los continuos desembarcos en Lampedusa, decidió dar un permiso de residencia temporal a los tunecinos, muchos de los cuales aprovecharon para viajar hasta Francia. París trató de impedirlo, creando un problema diplomático con Roma.