El Lavapiés inmigrante, cerrado (pero abierto)
El Mundo, , 30-03-2012Cerrado, sucio (como el resto de la ciudad: no se recogió la basura) y prácticamente desierto.
Así amaneció ayer el madrileño barrio de Lavapiés, con centenares de tiendas de paquistaníes, chinos y también españoles ocultas tras sus cierres metálicos. Cerrado a cal y canto pero después, con el paso de las horas, no tanto.
«La mayor parte hemos cerrado por miedo a los piquetes, pero muchos estamos medio abiertos, y los inmigrantes sobre todo», decía, en el 14 de la calle Argumosa, la dueña en la tienda de ropa de «Italy design» Tony Fernández, con la persiana medio echada. «Mañana el banco querrá el dinero de la hipoteca, no sabe si hiciste huelga o no», terminaba.
Como es habitual en los paros, los comerciantes extranjeros navegaban ayer al calor de la corriente general de la huelga, tratando de evitar el rechazo de la población autóctona.
Por ejemplo, en el número 1 de la misma calle, un colmado paquistaní estaba en igual situación que la antedicha tienda de ropa: cierre a medio bajar. En el quicio de la puerta, un hombre de aspecto hindú.
- Mira, soy periodista, ¿estáis abiertos o no?
- No. ¿Cómo? No, no. Cerrado, cerrado, solo arreglar, arreglar.
Igual que otros tenderos, el hombre medioabría con la excusa de limpiar o inventariar mientras muchos otros comercios, a ojo quizás la mitad, permanecían cerrados a cal y canto. En la plaza de Lavapiés, otro locutorio en igual situación: «No, no abierto. Sólo esperando», se le escapaba al chico apostado en la entrada, con el cierre a medio bajar detrás. ¿Esperando a qué? «A que terminen ellos», señalaba a varios corros de chavales huelguistas que ocupaban en ese momento, a las 13.30 horas de ayer, la plaza comiendo después de participar en piquetes.
«Se van a las cuatro, ¿no?», preguntaba el hombre. Al otro lado de la plaza, el bar de pintxos Plan B tenía la puerta abierta y la persiana del pequeño escaparate bajada: «Me parece bien que se manifiesten, pero que nos dejen currar. Está la cosa muy fastidiada, cerrar un día nos hace polvo», decía la dueña. «Me he dado una vuelta por el barrio y he hablado con la Policía Local, y decían que estaban viendo que estábamos todos dentro de los locales, pero con miedo a abrir. Yo no he sacado terraza para no provocar, que encima ellos [por los chavales de los piquetes]se concentran aquí delante. Luego a la hora de pagar sueldos, está la cosa muy fastidiada», explicaba.
Una opinión más de una vecina que nos cruzamos por la calle: «¿Medio abiertos? No, no, no. El barrio está secundando muy bien la huelga, es un barrio muy solidario», aseguraba.
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