Editorial
¡Ni una muerte más!
El asesinato de una mujer en Tolosa a manos de su pareja abre la dramática estadística de las muertes por violencia de género en Gipuzkoa y evidencia lo doblemente vulnerables que son las mujeres inmigrantes
Diario de noticias de Gipuzkoa, 27-03-2012dESDE que el pasado 3 de julio la hernaniarra Txaro Román muriera asesinada a manos de su expareja, ninguna mujer había engrosado la lista de víctimas fallecidas por violencia de género en Gipuzkoa hasta el pasado domingo, cuando un joven de 26 años asestaba varias puñaladas a María Caridad hasta provocarle la muerte. No es un consuelo que entre ambos hechos hayan pasado más de ocho meses, ya que no hay día en que los casos de malos tratos no ocupen un lugar en los medios de comunicación y a menudo es solo cuestión de suerte que estas mujeres no terminen engrosando el largo listado de las víctimas mortales. El suceso de Tolosa, además, viene a reafirmar la necesidad de abordar un aspecto emergente en la violencia de género como es el origen de la mujer asesinada. Hace ya tiempo que la condición de inmigrante empieza a aflorar en el abordaje de esta lacra, y si ya de por sí resulta complicada la tarea de ir erradicando esta violencia estructural en todos los ámbitos de la sociedad y entre personas arraigadas en su entorno, lo es más en el caso de las mujeres que llegaron a Euskadi de otras tierras. La falta de conocimiento de los servicios que existen a su disposición, la situación de irregularidad que arrastran muchas de ellas, la dependencia sobre sus maridos y parejas e incluso la dificultad para expresarse en el mismo idioma convierte a este colectivo en doblemente vulnerable. En caso de que sufran malos tratos y violencia, su realidad incluso permanece oculta e invisible en la gran mayoría de los estudios. Por lo demás, resulta alarmante cómo el incidente de Tolosa reproduce una serie de patrones que se repiten en cientos de casos y cuyo círculo vicioso resulta tan difícil de romper: el culpable confeso de la muerte de Caridad ya había sido detenido por maltrato con anterioridad y la víctima no había presentado nunca denuncia alguna por malos tratos. Hace décadas que las instituciones han activado mecanismos y leyes para hacer frente a esta lacra; la sociedad manifiesta una creciente sensibilidad e implicación en su erradicación, pero la violencia contra las mujeres sigue estando arraigada en la sociedad y se va reproduciendo de generación en generación. Desde el gesto obsceno más nimio hasta la puñalada mortal.
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