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El pasajero silencioso
Los polizones que llegan a los puertos de Europa quedan a merced de las navieras
Deia, , 23-03-2012Bilbao. Son los viajeros clandestinos del mar, temidos por una tripulación que los considera una carga y por unos armadores que se arriesgan a perder mucho dinero. Los polizones son en su mayoría hombres que aprovechan la oportunidad de colarse en los barcos para huir de una situación de pobreza, violencia o en busca de mejores oportunidades. En definitiva inmigrantes económicos o solicitantes de asilo. La red europea de organizaciones en defensa de los derechos de las personas extranjeras Migreurop ha elaborado un informe en el que ha revelado el secretismo y la vulneración de sus derechos que sufren estas personas que llegan a los puertos europeos, donde quedan a merced de las navieras.
En una rueda de prensa con motivo de la presentación del informe, Mikel Mazkiaran, representante Federación de SOS Racismo del Estado español y representante de Migreurop, y Javier Galparsoro, abogado y presidente de la Comisión de Ayuda al refugiado en Euskadi, denunciaron la privatización de la gestión de los flujos migratorios, que se deja en manos de actores privados interesados en desembarcarlos lo más rápido posible para repatriarlos al país o puerto de origen. La investigación se ha realizado en siete estados de la Unión Europea y Marruecos, en 23 puertos en total, entre ellos el de Bilbao.
Hasta el año 2000, las cifras de polizones registradas por la Organización Internacional Marítima (OMI) en Europa eran de varios miles (en 1999, por ejemplo, se contabilizaron 2.253). Sin embargo, el incremento de la medidas de seguridad en los puertos europeos ha producido un descenso brusco. Así, en 2002 se pasó a 574 polizones, en 2007 a 889, mientras que en 2010 fueron 1.070 las personas detectadas en barcos. Los investigadores advierten, asimismo, que muchos casos no se registran, por lo que las cifras podrían ser algo mayores.
Y si la bajada en el número de polizones en los últimos años es significativa, lo es aún más el de los solicitantes de asilo: siete en 2008, uno en 2009 y tres en 2010. Según Migreurop, la razón principal es “la existencia de un pacto de silencio en torno al asilo en los puertos motivado sobre todo por el dinero en juego”. Cuando la tripulación encuentra un polizón, el capitán debe informar a las autoridades del puerto y en ese momento es cuando se pone en marcha la maquinaria privada. Incluso, las compañías de seguros han construido la figura del “clandestino” como un riesgo contra el que las compañías deben protegerse.
“Si bien los transportistas, a través de su colaboración con las autoridades de control, pueden reducir o prevenir el riesgo económico las normas internacionales imponen a los armadores la organización y financiación de la repatriación de los polizones”. Además de las pérdidas económicas, se añaden dos riesgos, según la organización: el aumento del tiempo de viaje por las horas invertidas en desembarcar al polizón o la necesidad de hacer más escalas en otros puertos para tratar de resolver la situación. Cuando un polizón es encontrado a bordo, se le realiza una entrevista cuyo fin es preparar la devolución y mientras tanto se le aloja en un camarote especial. En ocasiones, son obligados a trabajar en el barco. Migreurop denuncia la falta de asistencia de un abogado y que muchos casos de asilo no se recogen por este motivo.
Riesgos La mayoría de los polizones proceden de África, donde se embarcan de forma clandestina aprovechando la escasa vigilancia y la corrupción local. “En esos puertos de salida, el embarque de polizones es, en general, posible a través de los marinos, estibadores y otras personas que trabajan en los muelles, como trabajadores de mantenimiento del buque”, apunta el informe. Estos pasajeros clandestinos viajan en condiciones que ponen en riesgo sus vidas, ya que viajan entre la mercancía. “Hay gente que muere de asfixia debido a que navegaba cerca de sustancias muy peligrosas (fosfatos, urea, etc). Otros mueren porque no pueden alimentarse. Algunos, por último, son víctimas de tripulaciones sin escrúpulos que los asesinan tirándolos por la borda”.
Este es el caso, por ejemplo, de Mac Ruby, un barco que zarpó de Camerún en 1992. Cuando la tripulación descubrió a ocho polizones, el capitán y los marineros ucranianos decidieron matarlos y tirarlos por la borda para evitar el pago de una multa. Otro caso más reciente es el de Wisteria en 2004, de bandera panameña, capitán surcoreano y tripulación de diversas nacionalidades que abandonaron en el mar a cuatro polizones africanos descubiertos a bordo que habían subido en Dakar.
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