La 'lepenización' del partido de Nicolas Sarkozy
El ministro de Interior arremete contra los inmigrantes para ganarse a los ultras
El Mundo, , 07-02-2012Nicolas Sarkozy ha empezado a flirtear con los simpatizantes del Frente Nacional (FN). El actual presidente de la República Francesa parece estar buscando, en ese nicho de la ultraderecha, los votos que le hacen falta para ir tranquilo en abril a la primera ronda de las elecciones al Elíseo. Aunque todos los sondeos vienen dando como favorito al aspirante socialista François Hollande, Sarkozy que aún no ha anunciado oficialmente su candidatura cree haber hallado la fórmula secreta para revalidar su mandato en un sondeo reciente de Ifop publicado por el Journal du Dimanche.
Según este estudio, si Marine Le Pen no lograra reunir antes del 16 de marzo los 500 avales de cargos electos que la ley exige para presentarse a los comicios, en un hipotético sufragio presidencial celebrado en ausencia del FN, Sarkozy obtendría un 33% de apoyos en la primera vuelta y se clasificaría para la segunda empatado con Hollande. Ésta es la mejor noticia que el todavía no candidato de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) podía recibir en vísperas del consejo de ministros francoalemán de ayer lunes. Así que, lleno de optimismo, dicen que puso a los cerebros del partido a esbozar una estrategia.
Y el primer paso hacia la lepenización de UMP lo dio, este mismo fin de semana, Claude Guéant, arremetiendo contra los colectivos étnicos en un acto celebrado ante un sindicato de estudiantes. «En contra de lo que sugiere la ideología relativista de la izquierda, para nosotros no todas las civilizaciones son iguales. Las que defienden el Humanismo nos parecen más avanzadas que las que lo niegan», afirmó. Inmediatamente las declaraciones del titular del Interior desataron la polémica en los círculos políticos del Hexágono.
«¿Cómo puede un ministro del Gobierno extralimitarse de tal forma con los inmigrantes cuando se halla en juego la continuidad en el poder de la UMP?», se preguntaban algunos. Pues, precisamente por eso. El recurso a radicalizar el discurso conservador a medida que se torna indeciso el voto de las clases medias centristas es ya un clásico de la reciente historia política gala.
Por si cabía alguna duda, Guéant se enrocó en su posición ayer, en una entrevista concedida al diario Le Figaro: «No todas las civilizaciones son iguales. Hay una gran diferencia entre una civilización que favorece la democracia, protege las libertades individuales y promueve los derechos de las mujeres y una civilización que acepta la tiranía, no concede importancia a las libertades y no respeta la igualdad de géneros. Creo que hay que defender claramente el primer modelo», confirmó. Sin decirlo de forma evidente, se estaba refiriendo al islam.
Inmediatamente, la Liga de Derechos Humanos (LDH) indicó que, con esas ideas, Guéant «legitima una jerarquización de las civilizaciones que recuerda a las ideas más oscuras del siglo pasado». Por su parte, Pierre Moscovici, director de campaña de Hollande, sugirió a la cadena LCI que estas declaraciones fueron «premeditadas» y que contaban con el visto bueno de Presidencia, en un intento electoralista por ganarse las simpatías de los ultras.
Por su parte, en la entrevista televisada que concedió anoche junto a la canciller Merkel, Sarkozy tildó de «ridícula» la polémica y aseguró que las declaraciones del ministro eran «de sentido común».
No es la primera vez que Guéant se encuentra en el centro de la polémica por sus velados ataques al islam. Apenas dos meses después de acceder al cargo, denunció como «antirrepublicanas las oraciones públicas de musulmanes» y el pasado verano insinuó que, «a causa de la inmigración incontrolada, los franceses tienen a veces el sentimiento de no estar en su casa». Según la LDH, «en la mayor parte de los países, el autor de esas palabras habría dimitido». A Guéant, si todo sale como está previsto, su jefe en vez de la patada le dará un abrazo.
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