«Cometí una infracción, pero me trataron como a un perro»

El Correo, A. H., 06-02-2012

Jesús M.C., el conductor implicado en la agresión a dos policías municipales en el barrio bilbaíno de Rekalde, se ha puesto en contacto con este periódico para contar su «versión del problema con el agente», según sus propias palabras, totalmente opuesta a la oficial. Asegura que no es «ningún delincuente, ni cobra la renta básica». Padre de dos hijos, a sus 27 años afirma que está en paro y no tiene ingresos.

Respecto a lo que ocurrió el pasado día 12 de enero, sostiene que «a las nueve y diez de la mañana estaba aparcado en carga y descarga, pero después miré el cartel y pone que se puede estar 30 minutos». Se refiere al límite de hasta media hora de que disponen los transportistas para realizar sus labores de descarga. «Allí se aparca como se puede. Iba a llevar a los niños al colegio, mi mujer los subió y yo me quedé esperando», se justifica. «El agente me dijo que lo quitara de allí, me insultó y me dijo que tenía una multa de 200 euros», afirma.

«Cogí el coche y lo quité, di una vuelta y lo dejé donde no molestaba a nadie». Según el atestado de la Policía Municipal de Bilbao, en esta segunda ocasión, el vehículo, un ‘Volkswagen Golf’, estaba estacionado en mitad de un carril. El automovilista estaba fuera del coche acompañado por otras cuatro personas, dos de ellos sus hermanos.

Jesús M.C. asegura que «había otros coches mal aparcados, pero sólo fueron a por mí por ser de raza gitana». Los agentes han explicado que momentos antes habían sancionado a otro vehículo estacionado en otra calle, también en carga y descarga, pero sin el conductor en el interior. El joven niega que fuera él quien inició la agresión, como dicen los patrulleros. «Sacó una porra extensible y me golpeó con ella. Sí es verdad que yo le di unos golpes y mi familia fue a separar», defiende.

En las declaraciones que figuran en el atestado, los dos policías dicen que los agresores le quitaron la defensa a uno de ellos y que intentaron arrebatarle también el arma reglamentaria, y hay testigos que lo corroboran. Según la versión de los policías, cuando le indicaron que retirara el vehículo si no quería ser sancionado, el conductor reaccionó pegándole un puñetazo al policía, y después sus familiares se sumaron a la agresión, dándole puñetazos a uno y tirándole al suelo y asestándole patadas y pisotones al otro. «Me decía que me iba a matar, que me iba a pegar un tiro, sacó la pistola y me la puso en la cabeza», sostiene Jesús. «Me pegó dos patadas en la cabeza».

«Racistas»

En el atestado se incorporan las fotografías del agente que resultó más gravemente lesionado, con un ojo morado, el hueso del pómulo fracturado y otras heridas por la cabeza. Su compañero sufrió micro – roturas musculares por todo el cuerpo debido a los golpes, y ambos permanecen de baja laboral.

Jesús M.C. mantiene, y afirma haberlo denunciado ante el juzgado de guardia, que «me pegaron una paliza en los calabozos de Garellano estando esposado. Tenía la cara como un mapa, hasta una muela perdí, ¿cree que hay derecho?». El joven alega que está «mal de los nervios», que se puso «nervioso» y admite: «también le pegué». «Cometí una infracción, lo reconozco, pero me trataron como a un perro, son unos racistas», afirma, pese a reconocer que su abogado, uno de los más prestigiosos de Bilbao, le ha recomendado que «no hable». Los policías sostienen que su trato hacia él fue «super correcto».

Jesús M.C. ha sido denunciado ante la Ertzaintza en dos ocasiones anteriores por lesiones y agresión física. Tanto él como dos de sus hermanos fueron detenidos tras la agresión por un delito de atentado contra la autoridad. Un cuarto implicado se presentó ante el juez al día siguiente. Tras prestar declaración, y sin que el Ministerio público solicitara la prisión provisional, los cuatro quedaron en libertad a la espera de que se celebre el juicio. «Soy una persona buena, no me meto con nadie, me gusta salir con mis amigos, voy al gimnasio… una vida tranquila», concluye.

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