El callejón de las botxerías

A Carlos Alfonso le llaman el presidente del amor

Deia, por Jon Mujika, 02-02-2012

Un escritor de cuyo nombre no logro acordarme dijo en cierta ocasión que aunque la rana tomase asiento en un trono de oro volvería a zambullirse de un salto en el charco. Quería reseñar, con una metáfora a la remanguillé, el peso que tiene la personalidad sobre el personaje. En ocasiones, ambos volúmenes se equilibran en la balanza y aparecen hombres como Carlos Alfonso Roa, a quien toda su corte llama Don Carlos Alfonso o con ese otro sobrenombre mayúsculo: el presidente del amor. Don Carlos Alfonso es un hombre de personalidad arrolladora, el Stromboli en erupción. Casi se diría que es un hombre de armas tomar si no fuese porque la suya es la defensa, con uñas y dientes, del amor verdadero.

El crápula y libertino dramaturgo Oscar Wilde veía, a través del cristal del fondo de un vaso de güisqui, que una personalidad es algo muy misterioso. “Un hombre”, dijo, “no siempre puede ser estimado por lo que hace. Puede observar la ley y, sin embargo, carecer de valor. Puede infringir la ley y, sin embargo, ser grande” ¿A cuál de estos géneros pertenece Carlos Alfonso? A ninguna de ellas. Lo suyo es la convicción de que ha nacido para ser el profeta de un mundo más cariñoso que el presente, un mundo donde besos y abrazos se repartan por doquier. Leamos lo que escribe: “Amor: cuatro letras, una palabra corta pero infinita en el significado. (…) Empleemos a fondo nuestra vida para hacerla real”.

¿Por qué aparece hoy ante nosotros este apóstol del cariño fraterno…? La respuesta es clara: es el presidente de la asociación intercultural Todos a una voz de dos años de edad y que nace con la idea de convertirse en un “proyecto asociativo con la premisa de generar educación intercultural en el ejercicio de la convivencia de la sociedad sobre la diferencia extensible de situaciones, credos, razas, condición sexual y cultural. Reivindicando el respeto y la riqueza de la diversidad social”. Para darle relumbrón a la asociación se ha ideado los primeros premios Todos a una voz en un marco, pásmense, singular: un Congreso Internacional del Amor. El acabose.

El acta de los premiados en tan singular certamen se supo ayer. Así, Martha Lucía González, fundadora de Ahislama, una asociación que aboga por la integración cultural de los inmigrantes, fue considerada empresaria del año. El premio trayectoria en pro de los Derechos Humanos y la igualdad recayó en manos de Iñigo Iturrate, primer director de Igualdad y Derechos Ciudadanos de la Diputación Foral y el Premio Proyecto Solidario lo recogió Mikel Marín, presidente de Solidaridad Internacional, el Cabo Cañaveral desde el que despega el Proyecto CREA, el Centro de Recursos Africanistas.

Todo era un canto a la buena gente, un salmo entonado con las espirituales voces del gospel. Siguió el guión con la entrega del Premio Políticas Integradoras, concedido a Miguel González, director de Inmigración del Gobierno vasco. El siguiente galardón – el más emotivo en una tarde buenos sentimientos… – estaba dedicado a la superación personal. El premio tiene nombre y apellidos, Mari Paz Giambastiani, una periodista y escritora afectada por esclerosis múltiple y que, sin embargo, mantiene en pie su trabajo, siempre en lucha contra la adversidad. Mari Paz no pudo acudir a recoger su merecido premio. De haberlo hecho se hubiese puesto en pie la sala Begoña del hotel Carlton, donde se celebró el encuentro. Mari Paz tiene entre sus copyrights una vida digna de encomio, “un salto desde la luz a la oscuridad”; como ella dice.

Iba echándose la tarde encima y caían los últimos frutos del árbol de los galardones. Francisco Montero levantó con orgullo el que acredita como músico revelación del año y Borja Elorza se llevó al zurrón el premio al mejor comunicador. Son ya diez años dedicado a narrar los problemas sociales en Bizkaia. Y no solo a narrarlos. Es un Pepito Grillo que toca aldabas y corazones con su eterna cantinela del “venga, que lo necesitan…”.

Testigos de todo cuanto les cuento fueron María Soledad Serna, Leire Pérez Serna, Borja Zuga, la empresaria Txaro Lago, el cónsul de Perú, Adolfo Olaechea, la cónsul de Colombia, Ruth Mary Cano y el cónsul de Camerún, Isaac Lerux. A ellos se unieron Aitor Badaia, Jon Marín, María Gordilla, Arrate Solana, el cineasta Javier Trapero, la actriz y periodista Rosa Romay, Begoña Ibarra, Guillermo Pardávila, Javier García, Iker y Maite Iturrate, el vicepresidente de Ahislama, Carlos Rivero, junto a sus hijas Natalia y Alejandra Rivero, Elena Fuentes, Mónica Alcibar, el diseñador industrial, Álvaro González, Andrea Cardone, Álvaro Beltrán y Alfonso Rojas.

Desde los cielos de la dirección de Igualdad y Derechos Humanos de la Diputación descendieron Xabier Legarreta, Amaia Espinosa, Idoia Ojanguren y Alazne Camiña, para compartir media tarde con Juan Pérez, José Ángel Muñuzuri, Mariela Piñeros, Rosy Díaz, Jonathan Fernández, Udiarraga García, presidenta de Itxarobide & Cesida, Claudia Salvatierra, Carmen Díez, Agustín Ruiz Estívariz, Ana María Beltrán, Izaskun Suberbiola, Mikel Antizar, Txaro Roldán, Paola Duque, Yasmina Aldama, Fernanda Restrepo, Carolina Escobar, Álvaro Augusto González y una legión de gente de buen corazón que escuchó a Don Carlos Alfonso, su voz caribe, hablar del amor hermoso. Vestía pajarita blanca, camisa salmón y un traje claro. Otro rasgo más de un tipo con personalidad exprés, arrolladora.

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