La increíble historia del niño prodigio Petr Ginz
Un documental recrea la vida de un judío que murió a los 16 años en Auschwitz tras escribir cinco libros y pintar 170 dibujos
El Mundo, , 27-01-2012Hace ya 67 años que el Ejército Rojo liberó Auschwitz. Casi siete décadas en las que aún no se ha digerido el horror nazi, en las que se han contado miles de tragedias de supervivientes y víctimas mortales de los campos de concentración y exterminio… Y aún así, quedan historias increíbles por denunciar de los inhumanos años 40 que padecieron millones de personas en Europa Central y del Este.
Uno de estos relatos tristemente fascinantes y apenas conocidos es el de Petr Ginz, un prodigioso adolescente judío que nació en Praga y murió a los 16 años en las cámaras de gas, y cuya corta vida y trágica muerte acaba de ser inmortalizada en un documental titulado El último vuelo de Petr Ginz.
El filme es el producto de tres años de trabajo e investigación sobre la increíble producción literaria y artística de un niño precoz que fue devorado por las fauces del nazismo.
Es un ejemplo del tremendo «poder que tiene la imaginación», asegura en declaraciones a este periódico Sandy Dickson, la codirectora de la película, o de «cómo la creatividad nunca puede ser derrotada», en palabras de la hermana del malogrado adolescente.
Petr Ginz nació en el año 1928 en la capital de la actual República Checa, de padre judío (director de una fábrica textil) y madre aria. Al igual que la sí conocida Ana Frank, comenzó a escribir un diario cuando las huestes de Adolf Hitler irrumpieron en su ciudad. Pocas semanas antes de cumplir los 14 años, su letra comenzó a volverse más picuda, le temblaba el pulso… Y es que a esa edad los hijos de los matrimonios mixtos eran enviados al campo de concentración de Theresienstadt, situado a 60 kilómetros al norte de Praga.
Para entonces, Petr Ginz ya había escrito cinco novelas, casi todas inspiradas en su admirado Julio Verne. Amaba la música, la pintura, la prosa, la poesía… Y decidió sumergirse en su mundo creativo y cultural para sobrevivir a su nuevo y cruel día a día. De ahí que se lanzara a escribir más, a pintar (dejó un total de 170 dibujos) e incluso decidió crear una revista secreta juvenil con varios de sus colegas adolescentes en el campo de concentración.
La temática de sus escritos e ilustraciones es de aventuras, evasión, pero también de monstruos y dinosaurios que representan el mal de la Humanidad. Todo con una calidad elevada para un chaval de tan corta edad.
Pero la realidad finalmente se impuso a la ficción y Petr Ginz fue deportado a Auschwitz en septiembre de 1944. Su tren fue uno de los 11 últimos en llegar hasta las vías del maldito apeadero del campo de exterminio (que fue liberado un día como hoy, 27 de enero). Y allí se convirtieron en cenizas todos sus sueños.
La vida y obra del adolescente quedó en el más puro anonimato, hasta principios de este siglo, cuando el primer astronauta israelí, Ilan Ramon, pidió al Museo Yad Vashem de Jerusalén llevarse algún objeto del Holocausto a su viaje espacial. La pieza entregada fue un dibujo de Petr Ginz (Paisaje lunar), donde se plasmaba la Tierra vista desde una rocosa Luna. E Ilan Ramon la llevó consigo hasta el 1 de febrero del año 2003, cuando iba a aterrizar con el transbordador espacial Columbia y éste se desintegró al tomar contacto con la atmósfera. Una vez más, los sueños de Petr Ginz quedaban hechos cenizas.
«Ese día era el cumpleaños de Petr», recuerda a este diario, desde su hogar en Omer (Israel), Chava Pressburger, hermana de Petr Ginz, quien detalla cómo la tragedia del año 2003 tuvo algo positivo: «El dibujo de mi hermano salió en todos los medios de comunicación y a un checo le recordó otras ilustraciones que tenía parecidas en el desván de su casa de Praga». Junto a las pinturas, de Ginz, se halló también su diario. Y fue entonces cuando Chava Pressburger (nacida como Eva Ginzova) sintió que tenía que dar a conocer la obra de su admirado hermano mayor.
«Mi intención no fue nunca hacer a Petr famoso, sino darle a conocer en honor del millón y medio de niños que tuvieron el mismo destino, que fueron asesinados», explica Chava Pressburger, quien ha logrado que el diario se publique en 12 idiomas, entre ellos, el castellano, en la editorial Acantilado.
A sus 84 años, la hermana de Petr es también el pilar fundamental en el que se apoya el documental estadounidense que se estrenará este mismo año. A través de sus recuerdos, las obras de Petr Ginz parecen cobrar vida en el filme.
«Mi aparición en el documental es sólo para dar la mejor y correcta versión de las vivencias de mi hermano», dice la superviviente del Holocausto, quien confiesa cuando se le interroga por sus sentimientos durante la grabación del filme: «He sufrido de nuevo un gran impacto emocional. Resurgió toda mi infancia, cosas que casi había olvidado y que me dejaron muchas noches sin dormir. Pero junto a estos duros recuerdos de la ocupación alemana y la persecución a los judíos, regresaron también momentos dulces de la vida feliz que disfrutábamos en mi familia antes de la guerra. Petr tenía dos años más que yo y le admiraba mucho; le intentaba imitar, pero él iba demasiado rápido», confiesa.
Cuando los nazis irrumpieron en la feliz familia, Petr tenía sólo 11 años y Chava Pressburger nueve. Ella acabaría también en el campo de concentración de Theresienstadt, pero se salvaría de la muerte. Aún recuerda el último día que vio a Petr, el 28 de septiembre de 1944, dentro del tren que le conduciría al infierno de Auschwitz: «Le di unas rebanadas de pan por la ventanilla y hasta pude cogerle la mano entre las rejas. Después, un guardián me apartó de él». Para siempre.
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