Rouco Varela llama a la acogida cristiana,la justicia y la solidaridad con los inmigrantes
El cardenal arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Antonio María Rouco Varela, llama a la "acogida cristiana" así como a "la justicia y la caridad" con los inmigrantes, en una carta publicada con motivo de la Jornada Mundial de las Migraciones que se celebra el próximo domingo y que este año tiene como lema 'Salgamos al encuentro. Abramos las puertas'.
La Razón, , 11-01-2012“La Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado brinda a toda la Iglesia una nueva oportunidad de reflexionar sobre el creciente fenómeno de la emigración en este mundo global, de orar para que los corazones se abran a la acogida cristiana y de trabajar para que crezcan en el mundo la justicia y la caridad, columnas para la construcción de una paz auténtica y duradera”, afirma.
En este sentido, señala que la Jornada Mundial de las Migraciones “estimula a realizar una pastoral de comunión, a salir al encuentro de los que llegan y a actualizar las estructuras tradicionales de atención a los inmigrantes y refugiados, a fin de dar una mejor respuesta a las nuevas situaciones en que interactúan culturas y pueblos”.
Por ello, el cardenal manifiesta su deseo de que las comunidades cristianas sean “constructoras de unidad integradora, capaces de abrazar a todos por encima de las diferencias de los orígenes” y de que no se considere a los inmigrantes como “extraños o forasteros” pues, según recuerda, inmigrantes y madrileños, desde hace unas décadas, “conviven, trabajan y crecen juntos” formando parte de una misma sociedad y diócesis.
“Todos estamos llamados a desarrollar una convivencia verdaderamente humana basada en la fraternidad. Son nuestros vecinos, son nuestros conciudadanos, son nuestros diocesanos y nuestros feligreses, son nuestros hermanos”, subraya.
Además, apunta que en este mundo “cada vez más globalizado”, los inmigrantes “han contribuido a crear, junto a las migraciones interiores, una sociedad cada vez más intercultural y multiétnica, con problemáticas nuevas, no sólo desde un punto de vista humano, sino también ético, religioso y espiritual”.
A su juicio, este cúmulo de circunstancias suscita nuevas situaciones pastorales que las comunidades parroquiales deben tener en cuenta y que exigen “una respuesta imaginativa”. Por ello, invita a “trabajar para que no les falte a los trabajadores inmigrantes y a sus familias el cuidado pastoral ordinario y el anuncio de Jesucristo”.
Así, exhorta a las comunidades parroquiales a no olvidar “que el hombre y la mujer inmigrantes han sufrido un profundo cambio cultural con el desplazamiento geográfico y el paso de un mundo rural a un mundo urbano, y del sector agrícola y ganadero al sector industrial y de servicios”, algo que, a su parecer, provoca que la gente pierda la base de sustentación y su vida religiosa.
El cardenal Rouco afirma que este cambio de civilización conlleva “graves implicaciones para las personas y para su vida de fe”, como el hecho de que “un relevante número de fieles procedentes de las Iglesias Católicas Orientales de rito diferente y de las Iglesias hermanas separadas encuentran dificultades para celebrar y vivir su fe” o que haya “hombres y mujeres que aún no han encontrado a Jesucristo, o lo conocen solamente de modo parcial”.
Ante esta situación, anima a las comunidades cristianas a salir al encuentro de los inmigrantes para que mantengan su fe, “aun cuando falte el apoyo cultural que existía en el país de origen”, y todo, basándose en el reconocimiento de españoles e inmigrantes como “hermanos”.
En cualquier caso, recuerda que el compromiso misionero ha de centrarse sobre todo en la familia “ayudando a que se creen también para las familias inmigrantes las condiciones válidas para la plena realización de los valores fundamentales: la unión tanto del matrimonio mismo como del núcleo familiar que implica la armonía en la mutua integración de los esposos desde el punto de vista moral, afectivo y de su fecundidad en el amor”.
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