La crisis ha hecho repuntar el negocio de la chatarrería y el reciclaje a la antigua usanza, con cientos de recuperadores trajinando trastos y cartón en carros de supermercado para venderlos a grandes comerciantes de la chatarra y otros materiales. Pero lo que podría ser una forma más de subsistencia se complica en el momento en el que el material para revender se extrae de contenedores municipales y sale del circuito oficial del reciclado. El Ayuntamiento de Barcelona quiere erradicar esta práctica y solo en la última semana ha interceptado 10 camiones no autorizados cargados de cartón y papel.

La intervención más reciente al respecto por parte de la Guardia Urbana tuvo lugar el pasado sábado en el distrito de Sant Martí. Los agentes vieron a dos hombres de 77 y 17 años cargando cartón de una furgoneta a un camión, y al comprobar que no disponían de homologación municipal para realizar este servicio ni estaban dados de alta como empresa, fueron denunciados por infringir la ordenanza. Se les incautaron los 2.500 kilos que habían recopilado. En una nota municipal, se apunta que el material «presuntamente habría sido sustraído de diferentes contenedores de recogida selectiva en la vía pública».

Ante la polémica surgida por el celo municipal contra estas prácticas, algunos recuperadores reivindican su derecho a realizar una tarea «honrada» y que puede ser su único sustento. No obstante, si el material sale de los contenedores, el vaciado para su posterior reventa se considera «ilícito». Aunque no siempre es fácil demostrar este último punto.

El ayuntamiento sostiene que además de ser una «retirada ilegal de material reciclable, comporta desperfectos en los contenedores, suciedad en la vía pública y afectaciones al tráfico». Esgrimiendo la ordenanza de medio ambiente, todo el cartón y papel se decomisa y quienes lo revenden son multados.

Sant Martí es el epicentro de los almacenes donde se compra el material que recogen los recuperadores, muchos de ellos inmigrantes , durante todo el día.