Italia descubre con horror que en el país crecen la intolerancia y la mala hierba del racismo. La matanza del martes en Florencia está teniendo un eco en la red que es puro delirio neonazi. Gianluca Casseri, el contable de 50 años que mató con una pistola a dos senegaleses, hirió gravemente a otros tres y después se suicidó, está recibiendo la solidaridad de los sitios web de extrema derecha: «Héroe blanco» es la palabra más recurrente. Hay quien teoriza sobre «una guerra étnica», y algunos se exaltan con un lenguaje descontrolado: «Es hora de que alguien haga limpieza de esta basura negra». En ese mismo océano de rencor vivía el asesino Casseri, militante de extrema derecha y fundador de la revista «Soglia», desde la que fomentaba el antisemitismo. Había publicado un libro de magia y esoterismo y otro negacionista del Holocausto. Se autodenominaba escritor, pero su extremismo le llevó a abandonar la pluma para disparar su Magnum 357 contra dos senegaleses.

Aunque las muestras de condena han sido generales, el país se pregunta el porqué de esta matanza. El profesor Federico Faloppa considera que «en Italia se está extendiendo un clima de intolerancia» y a menudo se utiliza un lenguaje racista, síntoma a la vez que consecuencia de la crisis económica. La matanza de Florencia se produce después de los graves incidentes del fin de semana en Turín, en los que hinchas ultras de la Juventus arrasaron y quemaron un poblado de inmigrantes rumanos, tras una denuncia falsa de violación presentada por una joven de 16 años. «El racismo y la violencia se han convertido en un peligro real en Italia», reflexiona Pier Luigi Bersani, líder del Partido Democrático.