España-Benín
El Correo, , 28-11-2011Son más de 3.800 kilómetros los que separan Carabanchel, en España, de Porto-Novo, la capital de Benín, una brecha enorme que también puede medirse mapeando los surcos que ha producido la erosión sentimental en el rostro y el alma de Alphonse Zannou. Emigrante forzoso de un continente sin pan del que huyó hace cuatro décadas para desembarcar en Madrid, Alphonse recorre el camino inverso con la intención de cicatrizar las heridas que produjo en su corazón el viaje de no retorno, una fuga con billete de ida que le arrojó sobre las playas de la España tardofranquista.
Santiago Zannou es el testigo mudo de la emotiva peregrinación de Alphonse a la cuna de sus orígenes, el hijo de un emigrado que al regresar a su patria es víctima del choque brutal que sienten los desplazados cuando el tiempo ha borrado las huellas de todo aquello que alimentaba sus memorias juveniles. Destacan el pudor y el temple del director cuando las lágrimas del anciano le tientan a filmar una hagiografía paterna a través de un filtro compasivo. Y la distancia, no siempre suficiente, que pone entre la cámara y el rostro de un hombre que se come la pantalla mientras sangran por sus ojos los viejos recuerdos y el amor por una madre muerta de la que no pudo despedirse.
Desde el punto de vista sociológico, ‘La puerta de no retorno’ pasa a abanderar una corriente cinematográfica cuasi inédita en el cine español, una corriente si se quiere temática, que poco o nada tiene que ver con los usos y formas narrativas. Los inmigrantes de segunda y tercera generación deberían ser quienes tomasen la palabra para hablar de sus experiencias en un país que es destino y origen. Porque tendremos noticias de ficciones y documentales victimistas (bien lo saben en Francia y Alemania), pero siempre serán más puros (salvando ejemplos contados como ‘Naufragio’ de Pedro Aguilera) que el 99% de docudramas que se producen para autoconsumo de los festivales buenistas.
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