Casadas desde el 'Kindergarten'

En un año 3.443 alemanas de origen turco piden protección por matrimonios forzosos

El Mundo, ROSALÍA SÁNCHEZ, 25-11-2011

«Dos de mis primos vinieron a buscarme a la peluquería donde trabajaba y me metieron a la fuerza en un coche para llevarme a una casa a 80 kilómetros de mi ciudad, donde debía celebrarse la boda. Hacía meses que no veía a mis padres. Me habían retirado la palabra por negarme a contraer el matrimonio que ellos habían pactado cuando yo tenía siete años. Les supliqué, pero no me escucharon. Después nos encerraron en una habitación donde debía consumarse el matrimonio mientras todos esperaban fuera, para asegurarse. Fui violada». Ésta es la historia de Unna K., de 22 años, una de las 3.443 jóvenes que en sólo un año han acudido a las autoridades alemanas, víctimas de un matrimonio forzoso y buscando protección.

«Él no me quería en su casa porque ya vivía con otra mujer. Sólo se casaba conmigo para complacer a su familia. Pero al repudiarme, el honor de mis padres quedaría dañado y tenía miedo de que me matasen. Por eso acudí a la policía», cuenta desde un hogar de acogida que comparte con otras seis jóvenes de historias parecidas.

Un 3,7% de la población alemana procede de países islámicos. En conjunto suponen tres millones de personas y 120.000 de ellas viven en Berlín, lo que convierte barrios de la capital alemana en guetos musulmanes en los que no se respetan las leyes de este país, sino las normas islámicas.

La tradición dicta que los matrimonios sean pactados entre las familias cuando los niños son aún de corta edad, incluso desde el Kindergarten, y se espera a que cumplan entre 17 y 25 años para celebrar la boda. En muchos casos ni siquiera se conocen y se les conceden unas horas juntos antes de la ceremonia, como un gesto de deferencia. Aunque es un secreto a voces que las autoridades alemanas son impotentes ante estos abusos, una reciente estadística desvela la magnitud del problema y la ministra de la Familia, Kristina Schröder, reconocer que «esas 3.443 denuncias en sólo un año son nada más que la punta de iceberg».

«Sólo las niñas más valientes se atreven a buscar ayuda fuera de la familia, huyendo de todo el entorno que conocen», explica, junto a la ministra y durante la presentación de esta cruda estadística, Christa Stolle, secretaria general de la organización Terre des Femmes, que colabora con el Estado alemán en la gestión de los centros de acogida en los que las jóvenes reciben tratamiento parecido al de los programas de testigos protegidos.

El 70% de las chicas que acuden a la policía pidiendo ayuda son menores de 21 años. Más del 25% de ellas asegura que otros miembros de su familia han sido víctimas también de estos matrimonios forzosos y el 43% busca ayuda concretamente porque temen que se las lleven a sus países de origen para contraer matrimonio allí y quedar definitivamente lejos del alcance de la jurisdicción alemana, en un país islámico donde ni siquiera obtengan una protección teórica a sus derechos.

«Lo más chocante es que se trata de jóvenes perfectamente integradas en la sociedad alemana, que tienen una formación profesional y un trabajo», afirma Schröder, hasta que, «a una edad relativamente temprana, una cuestión de honor familiar las separa violentamente de su propia vida para someterlas a una existencia dominada por una cultura de supremacía del hombre». El 32% de ellas ha nacido en Alemania y el 44% posee la nacionalidad alemana, aunque su futuro conyugal se decida a menudo fuera del país. Más del 52% de los matrimonios forzados que afectan a jóvenes alemanas tienen lugar o se pactan en el extranjero y el 67% de las denunciantes han sido víctimas de violencia.

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