«Su asesino revolvió la casa para robar tras el crimen», dice un hermano de la víctima

El Correo, AINHOA DE LAS HERAS, 25-11-2011

El testimonio de uno de los siete hermanos de la víctima – F.J.A., de 56 años – , el que encontró el cadáver, elevó ayer por la tarde la tensión emocional en el juicio con jurado que se sigue contra su homicida, J.B., argelino que en el momento de los hechos tenía 22 años, en la Sección Primera de la Audiencia vizcaína. En su opinión, «el elemento que le asesinó rebuscó después en los armarios algo para robar». Su hermano «no guardaba en casa nada de valor», pero «echamos en falta el reloj, de imitación, y la tarjeta de crédito».

Después de intentar contactar con él por el móvil sin éxito, el hermano se presentó en el domicilio de F.J.A., un cuarto piso en la calle La Cruz de Bilbao, tres días después del crimen, ocurrido en la madrugada del 27 de junio de 2009. Abrió con las llaves que tenía, ya que solía quedarse a dormir en su casa para ir a trabajar. Lo primero que le sorprendió fue que la luz de la habitación de su hermano, al fondo de un pasillo, estuviera encendida. Al avanzar, descubrió que «los pies de mi hermano sobresalían por la puerta, fue un choque», declaró ante el tribunal, formado por cinco mujeres y seis hombres que seguían atentos sus palabras.

El cuerpo sin vida estaba desnudo y tendido boca arriba y presentaba «una zona ennegrecida en un lateral de la cabeza». «Era tan evidente que estaba fallecido que ni lo toqué, fui a una habitación a buscar una manta y le tapé con ella, después llamé al 112 y empezaron a llegar un sinfín de policías», recordaba. En el dormitorio, «las puertas del armario estaban abiertas y todo vaciado sobre la cama, como si hubieran estado rebuscando».

Testigo sorpresa

La familia supo días después por el periódico los detalles del caso. Se resistían a pensar que su hermano hubiera sufrido una muerte violenta, pero después se enteraron de que su asesino «le había golpeado y estrangulado; jamás de los jamases hubiéramos sospechado ese final». En ese momento, los hermanos, presentes en la sala, rompieron a llorar. A preguntas de la fiscal, describió a su hermano como «un intelectual, amante de la filosofía y la música clásica, gran persona y amigo de sus amigos». Había ejercido como profesor de contabilidad y regentó una tienda en el Casco Viejo hasta que tuvo que cerrar. Tanto los hermanos como los padres conocían la orientación sexual de F.J.A. y la aceptaban, aunque «nos extrañó que tuviera contacto con esa gentuza».

Según declaró el homicida en comisaría, su encuentro con la víctima «fue casual». Cuando caminaba por la calle Fika, a la altura de la mezquita, F.J.A. le reclamó y le propuso ir a su domicilio «para escuchar música y tomar una copa». Una vez allí, se dirigieron al cuarto y «le propuso mantener relaciones sexuales a lo que él se negó», reprodujo ayer el agente de la Ertzaintza que le tomó declaración tras ser detenido. Entonces, se inició entre ellos una «disputa» y le dio «un rodillazo en la cara», fruto del cual terminó en el suelo, reconoció en sede policial. También admitió que le había arrojado un objeto a la cabeza. Cuando se fue de la vivienda, escuchó «voces de la víctima, aunque no sabía si eran gemidos de placer o de dolor».

En la vivienda se encontraron manchas de sangre y restos de semen en una colcha. Tras tomar al detenido muestras de saliva, el cotejo dio positivo de ADN. También hallaron sus huellas digitales en el armario y una huella de zapato en un papel. Al compararlas con su ficha policial – J.B. había sido identificado en una ocasión anterior – , los investigadores concluyeron que podía ser el autor del homicidio, lo que desencadenó su arresto, el 2 de julio de 2009 a las dos de la tarde, en una habitación de la casa abandonada y en ruinas en la que vivía.

La sorpresa de la segunda sesión del juicio la puso una testigo, quien aseguró por primera vez en el proceso que había visto al acusado fumando en una ventana del piso de la víctima al día siguiente del crimen. La vecina sospechó de él al verle entrar en el portal con sus propias llaves y después salir con una bolsa gris en compañía de otro individuo.

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