Tu nombre:   ENVIAR NOTICIA

Volverán los patéticos cayucos

La Voz de Galicia, 15-11-2011

Hay quien dice que la inmigración ilegal está controlada. Incluso hay quien asegura que con esto de la crisis los inmigrantes no solo no vienen sino que se van. Y en efecto se van… acostumbrando a quedarse.

Lo bueno de la estadística es que permite que una mentira absoluta se convierta en verdad goebbeliana. Así, la maquinaria de concesión de nacionalidades potenciada por el Gobierno socialista trabaja a destajo, restando en la columna de extranjeros y sumando en la de españoles, de forma que la población inmigrante se ha quedado oficialmente estancada en el 12 % desde hace un par de años. Pero según la oficina de estadística Eurostat, España es el segundo país de la Unión Europea con más residentes extranjeros (sin contar los ilegales) y solo por detrás de Alemania, país que como todos sabemos tiene una economía y una productividad comparable a la nuestra.

Hasta ahora, conseguir la nacionalidad tiene como único requisito fáctico el tiempo, que se reduce a tan solo un año si hay matrimonio con español/española o dos años si se trata de originarios de países amigos. Ante la avalancha de solicitudes, hay una tímida tendencia en algunos registros civiles a tomarse el tema más en serio, pero de momento el aparato judicial concede más de 80.000 nacionalidades por año, frente a las 20.000 del año 2002.

En cuanto al retorno voluntario, sin duda la crisis está pasando una fuerte factura a los inmigrantes y muchos de ellos no solo no tienen trabajo sino que no lo van a tener a medio plazo, tras la caída del ladrillo y la saturación del sector primario. Pero, dependiendo del país, siempre será mejor tener sanidad, educación y justicia gratuita, además de ayudas sociales, que luchar a diario para encontrar comida.

La penúltima falacia es la de una inmigración ilegal controlada. Cierto es que ya casi no llegan cayucos ni barcos negreros. Pero la verdadera razón no es otra que el elevado precio del pasaje, que desplaza el negocio más al norte. Los flujos migratorios, mientras no se erradique la pobreza, no se crean ni se destruyen, solo diversifican sus rutas.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)