Son las seis de la mañana. En la salida de Valencia por la pista de Silla comienzan a formarse grupos de inmigrantes . Los hay repartidos en varios puntos de la ciudad. Aguardan a la llegada de furgonetas que les lleve al campo a recoger naranjas. En unos casos, los extranjeros tienen papeles y contrato en vigor y los vehículos son legales. En otros no.

«Con la crisis han aumentado los intermediarios que se aprovechan de la situación y cogen a inmigrantes indocumentados a los que pagan cuatro duros y que trabajan a destajo», denuncia Soledad Montaner, secretaria general de la Federación Agroalimentaria de CC.OO. «Aunque siempre han existido, ahora hay un repunte», añade. En ocasiones, estas mafias se hacen pasar por ETTs. «Suelen estar organizadas por personas de Latinoamérica y de Europa del Este», explica Montaner.

Abdoulaye es uno de los que esperan a que uno de los conductores de alguna furgoneta lo señale con el dedo y le diga que suba. Ese día tendrá trabajo. Aunque la jornada dure 10 horas. Aunque gane 25 euros al día. Aunque la Inspección de Trabajo pueda pillarlo y acabe deportado a su país de origen. «Aquí somos muchos en busca de lo mismo. Los días que consigo el trabajo, a veces nos movemos a varios campos en la misma jornada, y vamos a Gandia, Alzira y Llíria», relata este inmigrante de Senegal.

Hamlet conoce de primera mano la explotación en el campo por parte de intermediarios ilegales. «Aunque se cobran unos 2,3 euros por caja recogida, al final te llevas 1,10, más o menos, porque el resto se lo quedan estos supuestos intermediarios. Hay mucha mafia en Valencia y Castellón», explica este temporero, que añade que a estos grupos les llaman ‘la mafia de los trabajadores’.

Desde la Federación Agroalimentaria de UGT confirman la existencia de estas mafias y aseguran que a los temporeros ilegales llegan a cobrarles «hasta el desplazamiento».