Crisis e integración social
La Verdad, , 13-11-2011En los últimos quince años nuestro país ha pasado de tener algo más de 500.000 inmigrantes (el 1,4% de la población) a multiplicar por 10 esa cifra alcanzando los 5,7 millones de extranjeros (el 13,8%). En lo que respecta a la Región de Murcia, hemos pasado de 8.400 extranjeros a más de 240.000, lo que supone el 16,5% de los murcianos.
Esta población es especialmente vulnerable y tiene un alto riesgo de entrar en situación de exclusión social, ya que en muchos casos carecen de redes familiares que puedan prestar el apoyo necesario para evitar dicha exclusión; y hablar de exclusión social en los tiempos que corren es una necesidad, pues desgraciadamente las situaciones de marginalidad y pobreza están aumentando de manera exponencial, tal y como recientemente denunciaban instituciones tan prestigiosas como Cáritas o Cruz Roja.
En la Región de Murcia, a pesar de que las desigualdades sociales son menores que en el resto del territorio nacional, tenemos el mayor porcentaje de población inmigrante no comunitaria de entre todas las comunidades autónomas. Sea cual sea su origen, en muchos casos estas personas llegan a nuestra región con pocos o nulos recursos y en la mayoría de las ocasiones con sueños y esperanzas rotos por la realidad, o lo que es peor, hipotecados por mafias de traficantes de seres humanos.
Todo esto desemboca en un proceso de desarraigo que desencadena situaciones no deseables que se están viendo incrementadas, no solo por la crisis económica, que está siendo terriblemente larga y dolorosa, sino también por la llegada masiva de inmigrantes a nuestra región, buscando un futuro que actualmente se presenta bastante más incierto que hace un tiempo.
Dicha situación hace que nos mantengamos vigilantes y atentos, a la vez que hace que estemos cada vez más determinados a liderar la iniciativa para tratar de atajar esta situación, como creo que pueden testimoniar muchas de las organizaciones que en nuestra región tratan con este colectivo.
Las soluciones pasan necesariamente por hacer un correcto análisis de la coyuntura y para ello hemos de contar con las aportaciones de todos cuantos están implicados en los procesos de integración de estas personas. Estamos trabajando codo a codo para evitar que proliferen las personas sin hogar, que nos hagan ver como normal lo que no debería existir ni siquiera como excepción.
Los datos sobre programas de intervención o sobre la realidad social de los inmigrantes sin hogar, y el debate sobre estos ha de servirnos necesariamente a todos los implicados en la erradicación de este fenómeno para extraer conclusiones y mejorar el día a día de nuestra actuación.
Es también fundamental hacer una llamada de atención al Gobierno central para que se mantengan los fondos destinados a la integración, que si bien son escasos en relación con la aportación de las comunidades autónomas y las entidades locales, suponen una ayuda fundamental para el mantenimiento de las estructuras específicas de aplicación de las políticas de inmigración y lucha contra el racismo y la xenofobia.
En este contexto, es interesante destacar la coincidencia del Gobierno regional con la manifestada por entidades como S.O.S. Racismo, que en el manifiesto del año 2009 con motivo del día internacional contra el racismo y la xenofobia declaraba textualmente:
«Ese peligro, de consecuencias terribles para la convivencia social, debería prevenirse con campañas de información y sensibilización, pero sobre todo incrementando los recursos sociales en la misma proporción en que ha crecido la población de esos lugares (justo lo contrario de lo que se está haciendo). Comprendemos que no es momento de derroches, pero cimentar la convivencia social ha de ser, en cualquier caso, un objetivo prioritario en el que no se debería escatimar esfuerzo ni dinero».
La sociedades occidentales, a pesar de lo mucho que se ha avanzado en los últimos veinte años, nos encontramos cada vez con más fenómenos no deseados ligados al racismo o la xenofobia; así un reciente informe elaborado por el Instituto de la Juventud de España, sobre una muestra muy amplia de jóvenes de distinta formación, nivel educativo y económico, revela que la actitud negativa de los jóvenes ante los extranjeros ha venido creciendo en paralelo a la presencia de los inmigrantes entre nosotros.
Estos datos, y algunos sucesos aislados, han de hacernos reflexionar al conjunto de la sociedad y, en especial, a los responsables de la gestión de políticas de integración para tratar de incrementar los esfuerzos en la camino de erradicar estos fenómenos, con el tiempo y la previsión necesarios. Tenemos la oportunidad de hacerlo, no la desaprovechemos y hagamos todos los esfuerzos necesarios para lograr una convivencia que sirva para mejorar la sociedad.
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