pamplona. “Es la hora de la integración. Hasta ahora hemos hecho acogida, pero la integración es un proceso largo y requiere tiempo y muchos esfuerzos. Y ahora estamos en el comienzo y parte de ese camino va a ser cuesta arriba por las propias dificultades que existen como es la propia crisis”, reconoció ayer Joaquín Arango, director del Centro de Estudios sobre Migraciones y Ciudadanía, y presidente del Foro para la Integración Social de los Inmigrantes . Una inmigración que sufre una tasa de desempleo del 30% lo que significa “precariedad, condiciones de vida dura y dificultades de recolocación”.

Hacen falta para ese impulso a la integración tanto políticas públicas (Estado, comunidades y ayuntamientos) como la colaboración de la sociedad y las ONGs como “activo muy potente”. Se requieren, dijo, políticas de empleo, de sanidad, de vivienda, políticas culturales, de lucha contra la discriminación, de fomento del encuentro, de educación de la población autóctona… Y aprovechando a su vez los valores que nos ha traído la inmigración como factor de “diversidad, pluralidad, cosmopolitismo, esfuerzo, alegría y humanidad”. Una inmigración que en el Estado representa el 12% de la población, pero entre el 20 – 25% de la fuerza de trabajo, y uno de cada cinco niños o niñas que nacen son de madre extranjera. Los flujos migratorios se han parado, “ha habido personas que se han ido y que se están yendo pero la inmensa mayoría se quedan, y van a permanecer entre nosotros”. Hasta ahora, el balance ha sido “relativamente satisfactorio, la sociedad española ha acogido sosegadamente y con un alto grado de aceptación a los venidos de fuera”.

La crisis, sin embargo, crea un “contexto desfavorable en el que se puede agudizar la competencia por recursos sociales escasos. Se piensa erróneamente que los inmigrantes reciben mejor trato que nosotros, lo que excita sentimientos de que nosotros debemos ser los primeros, que tenemos más derechos que ellos, y ésta es la raíz de la xenofobia…”. También la pérdida de papeles por falta de trabajo significa "caer en la irregularidad y retroceder por el camino que conduce a la integración y puede suponer que parte de este colectivo pase a la parte sumergida de la sociedad.

“La estabilidad en la residencia es necesaria para la integración, y lo contrario, es entender que los inmigrantes son sólo trabajadores y su presencia sólo está justificada cuando hay demanda de mano de obra”, indicó el catedrático de Sociología. Además, la situación jurídica no in – fluye en su permanencia o no. “Se van si no les interesa, porque piensan que no tienen oportunidades o que en su país les va a ir mejor, sino sobreviven haciendo chapuzas”, dijo.