Kenza Drider, una mujer de 32 años cubierta con el niqab –velo que cubre toda la cara excepto los ojos– descendió ayer de un autobús forrado de carteles electorales frente al juzgado de Meaux, población situada a unos 50 kilómetros de París, para declararse candidata a la presidencia francesa. Un anuncio tan inédito como simbólico –necesita un mínimo de 500 firmas de cargos electos para presentarse– con el que el colectivo musulmán contrario a la ley antiburka lanzó una espectacular ofensiva. Lo hizo justo después de que, por primera vez, un tribunal condenara a dos mujeres con niqab a abonar multas de 120 y 80 euros.
«Me presento para defender la igualdad. Esta ley es una agresión a mi identidad como ciudadana francesa y me discrimina por mi convicción religiosa», sostuvo Drider frente a unos carteles de Marianne, uno de los símbolos de la República, tapada con un niqab rosa. La combativa candidata pertenece al colectivo No toques mi Constitución, que milita contra la ley que prohíbe el velo integral, al igual que las dos mujeres condenadas, Hind Ahmas, de 32 años y Najate Naït, de 36.

RECURSOS Ambas habían recurrido a la justicia tras ser multadas el pasado 5 de mayo ante el Ayuntamiento de Meaux, al que acudieron cubiertas para entregar un pastel de almendras al alcalde, Jean François Copé, secretario general del partido de Nicolas Sarkozy y artífice de la ley. «Va contra mi libertad, mi vida cotidiana es un infierno, me insultan en la calle», lamentó Ahmas.
Según su abogado, Yann Gré, presentarán recurso y están decididas a llevar el caso ante el Tribunal Eurpeo de los Derechos Humanos. Desde la entrada en vigor de la ley, en abril, se estima que unas 140 mujeres han sido sancionadas por la policía, pero hasta ahora ningún tribunal se había pronunciado sobre la cuestión. Francia, donde unas 2.000 musulmanas usan esta prenda asociada al fundamentalismo islámico, es el primer país europeo que ha prohibido el velo integral en todo el espacio público, incluida la calle.