La Policía identifica a 63 'sin techo' en el antiguo tanatorio de Basurto
El Correo, , 15-09-2011La Policía Municipal de Bilbao y el Cuerpo Nacional de Policía, con competencia en extranjería, realizaron una redada a primera hora de la mañana de ayer en el tanatorio abandonado de Basurto e identificaron a 63 ‘sin techo’ que dormían allí en ese momento.
Han convertido la estructura de hormigón sin paredes en su hogar. Tienen colchones a modo de cama, cocinan en pequeñas hogueras y hasta lavan y cuelgan la ropa en tendederos que pueden verse desde la acera. Los indigentes se han repartido el edificio por plantas según su origen; los magrebíes se apostan en el segundo piso, mientras que los subsaharianos, la mayoría, han tomado la primera planta.
Todos ellos eran extranjeros, 19 presentaban documentación y 44 no tenían papeles, por lo que fueron conducidos a la comisaría de Indautxu para averiguar «quiénes son o si tienen alguna requisitoria pendiente», explicó ayer Tomás del Hierro, concejal de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Bilbao.
Los agentes de uno y otro cuerpo constataron las «condiciones de insalubridad deplorables» en las que viven estas personas, hasta el punto de que puede llegar a convertirse «en un foco de infección». En el último año, además, se han registrado peleas y hasta se ha encontrado un cadáver. Recientemente, uno de los ‘sin techo’ fue detenido por intento de homicidio al empujar desde el primer piso a la calle a un compatriota con el que discutió por el sitio donde dormir.
«Vivimos tranquilos»
Los inmigrantes conducidos a comisaría fueron puestos en libertad a medida que quedaban identificados. Ayer por la tarde, el tanatorio volvía a estar lleno de ‘inquilinos’. «Aquí vivimos tranquilos», confirmaba Mohamed a EL CORREO. Natural de Malí, tiene «unos 50 años; me dijeron que había nacido en un año con muchas lluvias», explica con sorna. Lleva 16 años en España y domina el castellano, por eso sus compañeros le llaman «el jefe» y le escuchan en corrillo mientras charla. Ha pasado por Palma de Mallorca, Almería y Barcelona, antes de recalar en el País Vasco, donde ha trabajado como «oficial de la construcción», pero ya no tiene «nada». «Han cortado la ayuda», confirma.
Mohamed, que lleva una visera de pana, habla sentado en una destartalada silla de oficina. Cada uno cuenta su drama. A él se le acabó el paro y el salario social, «los albergues sólo te permiten estar tres días», así que no tuvo más remedio que buscar cobijo. «Aquí al menos si llueve no te mojas, otros duermen debajo del puente de Euskalduna». Además de los colchones dispersos por el suelo, algunos se han construido pequeños dormitorios con maderos o telas. «Cada uno tiene su habitación», sonríen.
Según Mohamed, la Policía llegó ayer sobre las siete de la mañana. «Había policías en toda la calle». «Solamente han venido para contar la gente que vive aquí», decía otro joven. Regularmente, realizan intervenciones similares. El pasado 17 de agosto, después de recibir quejas de los vecinos, los policías identificaron a 46 personas. Entonces, sospechaban que «algunos individuos se introducían en el edificio tras cometer hechos delictivos». «Cuando tocan un coche aquí, les decimos que no lo hagan, pero algunos no hacen caso», dice Mohamed. Respecto a la suciedad, aseguran que «antes cuando comíamos venían las ratas y se llevaban un trozo de pan, pero lo hemos limpiado todo y ya no hay».
No todos son africanos. Sorel es boliviano y luce una dentadura perfecta, y Pedro procede de Colombia. Hace sólo 20 días que se quedó en la calle. Preferiría dormir en un albergue, pero «es la primera vez que me toca y hay que aguantar el chaparrón». Cotizó durante seis años a la Seguridad Social y trabajó otros cuatro «en negro» en la construcción, pero se quedó en paro «y la cosa se ha ido agravando». «Esto se llenará», auguran, señalando al resto del bloque que aún está vacío. «La mayoría de los que estamos aquí somos buena gente, si fuéramos malos no estaríamos aquí sino robando, trapicheando y tratando de vivir en chalés», advierte. «Es un problema social muy grave y nadie puede hacer nada», sentencia.
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