«Ponte en mis zapatos»
Una iniciativa estudiantil lucha por romper estereotipos sobre el islam. El programa enseña la diversidad del mundo musulmán
El Periodico, , 08-09-2011«¿Están tus padres aún en Arabia ? ¿Hablas islámico ?». Eman Abdelhadi se encontró muchas preguntas como esas, cargadas de ignorancia, insulto y acusación, en los momentos posteriores al 11-S, cuando tenía solo 11 años y vivía en Misuri con su madre egipcia y su padre palestino. Identificarla con su religión era fácil para quienes quisieran tirar dardos envenenados con sus miedos y sus odios: ella decidió con solo 9 años que usaría el hijab .
Diez años después, Abdelhadi sigue poniéndose el velo islámico – «una responsabilidad y una oportunidad», dice– y luchando contra los estereotipos en Ann Arbor, en Michigan, el tercer estado con mayor población musulmana tras California y Nueva York. La joven preside la Asociación de Estudiantes Musulmanes en la universidad estatal. Y a finales de octubre, como cada año desde hace siete, el grupo organizará Un paseo en mis zapatos , un programa que durante tres días empareja a un estudiante musulmán con otro de una religión diferente para experimentar y aprender de primera mano sobre la fe más demonizada en EEUU desde aquel martes de septiembre.
«Creo que lo principal que no ven los estadounidenses es lo diverso que es el mundo musulmán, desde racial hasta ideológicamente, y lo mejor del programa es que se dan cuenta de que es una religión pluralista, entierran estereotipos como el de que las mujeres musulmanas estamos oprimidas o dejan de cometer el habitual error de usar musulmán y árabe como sinónimo», cuenta satisfecha, convencida también de que el programa es beneficioso para todos. «La mayoría de participantes son cristianos, pero yo he tenido de pareja desde un hindú hasta un adventista del séptimo día. Y no solo ellos aprenden de nosotros; también nosotros de ellos».
Abdelhadi es consciente de que su empeño puede tener resultados imperceptibles a escala nacional, pero está convencida de la importancia de los movimientos de base. Y el trabajo se hace imprescindible si se tiene en cuenta que, según una encuesta realizada entre musulmanes estadounidenses por Gallup Abu Dhabi, el 55% de los hombres y el 42% de las mujeres dicen que ninguna de las siete principales organizaciones del país les representa.
«Tener una voz oficial podría ser un arma de doble filo», reflexiona la estudiante de Sociología y Estudios Islámicos. «A mí me asustaría que hubiera una voz monolítica que redujera nuestro pluralismo, pero es cierto que, siendo una minoría, se hace difícil proyectar una visión con matices. Además, el ataque a los musulmanes en EEUU es monolítico. Por ejemplo, se reclama que se rechace la violencia y aunque centenares de organizaciones pequeñas lo han hecho, esas condenas se ignoran. No sé qué se podría hacer llegados a este punto».
Los ataques a Obama
Queda solo, quizá, seguir en las pequeñas luchas, recordar a los estadounidenses como hace Abdelhadi que «el terrorismo ha matado a más musulmanes que a nadie más», aguantar las oleadas de islamofobia que gente atenta como ella puede vincular perfectamente a momentos políticos concretos, como los periodos electorales.
«Pasa lo mismo en el tema de la inmigración –reflexiona–, aunque es cierto que la intensificación de ataques en los últimos años ha sido algo descorazonador. Fue triste por ejemplo en las elecciones, cuando se atacaba a Obama acusándole de ser musulmán. Hubo que esperar a que alguien dijera: ‘¿Y qué si lo fuera?’».
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