La competición se pone seria con el drama de la inmigración y la adicción al sexo

La Verdad, A. D. F., 05-09-2011

El Festival de cine de Venecia mostró ayer su cara más seria en su quinto día de competición, con dos filmes duros e interesantes sobre el drama de la inmigración y la hipocresía que todos mostramos frente a ella en ‘Terraferma’ y sobre la adicción al sexo en ‘Shame’.

Dos historias muy diferentes, igual de bien resueltas cada una pero que pisan terrenos muy conocidos en ambos casos, lo que elimina el factor sorpresa tan valorado en los festivales.

En el caso de ‘Shame’ ratifica al británico Steve McQueen como el excelente director que se dio a conocer en 2008 con ‘Hunger’. Repite como protagonista el alemán Michael Fassbender, que desde entonces ha tenido una carrera fulgurante y que en ‘Shame’ da vida a Brandon, un adicto al sexo que sólo busca relaciones esporádicas con prostitutas, mujeres que conoce en bares o a través de internet. Un filme que sin embargo el director considera que es político, al igual que su ópera prima.

«’Hunger’ era un filme político, pero ‘Shame’ también lo es. Cuenta la historia de un hombre libre y de cómo el exceso de libertad puede al final encarcelarle».

En este caso esa cárcel es el sexo, pero es algo que puede aplicarse a cualquier otra adicción, como las drogas o el juego, explicó hoy McQueen en la rueda de prensa de presentación de esta película que opta al León de Oro.

Y frente a la frialdad de ‘Shame’, el drama y la pasión italiana en la primera de las tres películas a concurso del país anfitrión, ‘Terraferma’, de Emanuele Crialese.

Una historia muchas veces contada de la hipocresía con la que todos nos enfrentamos al problema de la inmigración ilegal, un problema que afecta especialmente a países como Italia y España.

En una pequeña isla de Sicilia, donde sus habitantes sobreviven a duras penas con la pesca y la visita de turistas, la llegada de los inmigrantes ilegales en pateras supone un dilema moral entre la necesidad de ocultarlos a la vista de los turistas y la de ayudarles, como manda la ley del mar.

Una película en la que el director comenzó a pensar cuando en 2009 leyó una información sobre una tragedia en una patera en Lampedusa, que pasó tres semanas a la deriva sin que ningún barco ayudara a las 79 personas que estaban a bordo y de las que 73 murieron.

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