DSK despierta de su «pesadilla»

El Supremo de Nueva York archiva el caso en el que era acusado de abuso sexual

El Mundo, , 24-08-2011

Dominique Strauss-Kahn entró en la sala 51 del Supremo de Nueva York. Miró inexpresivo alrededor y fijó al juez bajo la luz fluorescente que rebotaba sobre el lema In God we trust. Y allí, frente a dos banderas sucias, escuchó su liberación de cargos. Pero el final no era feliz para ninguna de las partes en la sala. Incluso en el 13º piso del tribunal, el ex director gerente del FMI escuchaba los gritos de «¡avergüénzate!» que desde la calle lanzaban quienes se manifestaban contra él y contra el fiscal. La mayoría, mujeres. La mayoría, afroamericanas.

La mujer de Strauss-Kahn, de negro y sentada en primera fila, esbozó una sonrisa. Pese a los gritos de «¡violador!» y pese a que, como poco, siempre quedará la sospecha. El político francés aseguró tras la vista que se acaba la «pesadilla» y le dio las gracias a su paciente esposa.

Si bien el Supremo aceptó ayer la retirada de los siete cargos por violación, el magistrado y los fiscales dejaron claro que no saben lo que pasó el 14 de mayo en el Sofitel y si Strauss-Kahn es inocente. No niegan que el entonces director del Fondo Monetario Internacional asaltara a la camarera que lo acusa, pero sostienen que sería muy difícil probar la culpabilidad del francés con un único testigo, y poco solvente.

Por primera vez desde el comienzo del proceso penal había guardaespaldas en la sala y el ambiente era tenso. En la calle, los pitidos y los cánticos no paraban. Un negro que decía representar a la Unión Africana pintaba una pancarta que pedía presentar a DSK a Lorena Bobbitt, la mujer que le cortó el pene a su marido. Varios líderes de la comunidad afroamericana vociferaban contra la discriminación. «En este país, los hombres blancos nunca violan a las mujeres negras. Sólo hay registrada una condena en toda la Historia», gritaba un activista ante un grupo de mujeres que le aplaudían.

Pero el juez Michael Obus, conocido por su cautela y su parquedad, comparte los argumentos de la Fiscalía a favor del archivo del caso. La denunciante, la guineana Nafissatou Diallo, mintió sobre su pasado para conseguir asilo en EEUU y llegó a hacer una descripción detallada y llorosa de una violación en su país que nunca sucedió, según reconoció después. Fue un episodio letal para su credibilidad. Si bien estas mentiras no están relacionadas con Strauss-Kahn, la Fiscalía no confía en Diallo. La fiscal elegida como portavoz del equipo, Joan Illuzzi, dijo al juez: «No podemos pedir de buena fe a un jurado que la crea».

El abogado de la guineana, Kenneth Thompson, se quejó de que «los fiscales básicamente han adoptado los argumentos de la defensa».

La expectación y relevancia del caso no tiene parangón en la historia reciente de la corte neoyorquina. Cientos de personas reporteros, abogados y diplomáticos franceses hicieron cola durante cuatro horas para entrar en la sala de la vista.

El fiscal jefe, Cyrus Vance, es un político demócrata que es nombrado en elecciones locales. Su explicación por escrito del abandono de los cargos suena más a justificación de campaña que a documento legal. El fiscal que se ocupó del caso ha estado sometido a una fuerte presión, incluso por la sombra del pasado. «Su predecesor estuvo 40 años en el cargo y era muy bueno. Él llegó hace dos y le han tocado casos difíciles, no creo que sea reelegido», explicó a este diario Edward Turner, de Abogados Sin Fronteras y que asistió a la vista como observador interesado en las diferencias entre el sistema francés y el estadounidense. En EEUU, explica, es más fácil ser procesado al principio de la investigación.

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