Murcia no era El Dorado
La Verdad, , 15-08-2011Antonio Asumu junto a su peluquero, Mustafa Bounazzaoui, en el barrio de San Andrés. :: ISRAEL SÁNCHEZ
Antonio Asumu llegó a Murcia en 1998, proveniente de Guinea Ecuatorial, cuando el ‘milagro español’ empezaba a despuntar. Se encontró con una región que comenzaba a llenarse de grúas y cemento, de invernaderos que demandaban miles de puestos de trabajo, de familias que prosperaban y contrataban a empleadas del hogar, de bares que buscaban camareros debajo de las piedras. «Había trabajo en lo que fuese. Era fácil encontrarlo. Yo he sido encargado de una fábrica, estuve en un supermercado y en una panadería. He hecho de todo», recuerda Asumu.
En eso consistió el tan manido ‘efecto llamada’: en que había trabajo. Pero la burbuja se ha desecho tan rápido como creció, y ahora el paro castiga a la población inmigrante con especial saña. Casi cuatro de cada diez trabajadores extranjeros están en paro en la Región. Antonio Asumu es uno de ellos: «Lo peor es que ni siquiera estoy cobrando el subsidio por desempleo. He buscado pero no encuentro nada, así que estoy pensando en volver a Guinea». No es el único que está haciendo las maletas. De hecho, muchos ya se han ido. 1.404 inmigrantes en paro que vivían en la Región se han acogido al Plan de Retorno Voluntario que puso en marcha el Ministerio de Trabajo a finales de 2009. Reciben la prestación económica por desempleo a la que tienen derecho en un pago único a cambio de no volver a España en un plazo de tres años. Pasado ese tiempo, podrán solicitar de nuevo permiso de residencia.
Pero la cifra que ofrece el Ministerio no es en realidad demasiado alta si se tienen en cuenta los actuales niveles de paro. «El 56% de los inmigrantes que viven en Murcia llevan regularizados al menos cinco años. Eso significa que están arraigados, y están intentado aguantar con la esperanza de que la situación mejore. Tienen aquí a sus hijos, que están integrados y, en muchos casos, han nacido en España», explica Fulgencio Puche, director de la Oficina de Extranjería. Oswaldo Cabrera es un ejemplo de ello. «Llevo en el paro cinco meses y no creo que pueda encontrar trabajo en las circunstancias actuales. Cuando llegué a España, hace once años, me puse a trabajar en la construcción. Cuando comenzó la crisis, encontré empleo como guardia de seguridad. Pero ahora lo he perdido. Como decimos en mi país, ‘la veo negra’. A mi mujer y a mí nos gustaría volver a Ecuador, pero mis tres hijas no quieren. Una está casada y espera un hijo», explica mientras su peluquera, María Vallejo, le corta el pelo en su establecimiento del barrio de San Andrés de Murcia. «Los negocios van mal, y hay que pagar la hipoteca. Pero tengo a mis hijos aquí en la universidad», dice Vallejo con orgullo.
Así que, de momento, no se está produciendo un retorno masivo a los países de origen. Pero las estadísticas y cifras oficiales sí dejan claro que el ‘efecto llamada’ se ha evaporado con la misma rapidez que el espejismo del ‘milagro español’.
Cambio de ciclo
En 2010, la población inmigrante se redujo en la Región por primera vez, según los datos del padrón municipal que recoge el Instituto Nacional de Estadística (INE). El descenso es pequeño, de un 0,4% (1.116 extranjeros menos). Pero si se compara con los espectaculares incrementos de principios de la década pasada, se comprueba con claridad cómo el fenómeno de la inmigración ha ido parejo a la situación económica. Así, en el año 2000, justo cuando el ‘boom’ del ladrillo empezaba a despuntar, la población extranjera se dobló hasta alcanzar las 55.458 personas. La llegada siguió siendo masiva hasta 2005, cuando se llevó a cabo un proceso de regularización extraordinaria para acabar con la enorme bolsa de ‘irregulares’ que se había generado en los años anteriores. Uno de los requisitos para poder obtener los papeles fue empadronarse, lo que hizo aumentar las cifras que refleja el INE.
A partir de ese año, la llegada de inmigrantes empezó a frenarse. En 2006, el incremento fue de un 6,6%, muy inferior al de los periodos anteriores. En 2007 hubo un repunte, pero después llegó la crisis y el parón fue ya evidente. En 2008, la población foránea creció solo un 4,6%. En 2009, la mitad (un 2,4%). Y el año pasado, por primera vez, se produjo una caída. Puede ser el síntoma de un fenómeno más masivo si la crisis se mantiene en el tiempo.
Hay, además, otros indicadores que apuntan a un cambio de ciclo. Por ejemplo, el descenso en la llegada de pateras a las costas, algo que ahora es casi anecdótico. Aunque la semana pasada se registraron incidentes en la frontera de Ceuta, cuando grupos de ‘sin papeles’ intentaron cruzar a suelo español, la situación no es ni de lejos comparable con la de años anteriores. También Canarias está recibiendo esta temporada muchos menos cayucos.
A Francia o a otras regiones
Los primeros que han empezado a regresar a sus países son los inmigrantes latinoamericanos. Así, 2.548 ecuatorianos y 1.870 bolivianos abandonaron la Región en 2010, según los datos del padrón municipal. Por el contrario, se empadronaron 1.929 nuevos marroquíes. Pero no todos los inmigrantes que ya han hecho las maletas se han vuelto a sus países de origen. La Región está sufriendo la crisis más que otras comunidades autónomas, así que hay quien busca oportunidades en otras zonas de España o incluso de la Unión Europea.
«Muchos ecuatorianos están optando por irse a Francia. Allí se necesita mano de obra en la agricultura, y no solo para la vendimia. Estamos viviendo una migración de la migración», explica la cónsul de Ecuador en la Región, Cecilia Enrique Sarango. Además, la representante consular asegura que las cifras del plan de retorno voluntario del Ministerio de Trabajo se quedan cortas. «Hay gente que está volviendo a Ecuador pero prefiere no acogerse a este plan para no perder su tarjeta de residencia. Regresan por sus propios medios», explica. Edgar Aveunelly, peruano, y Álex Bauda, ecuatoriano, dejarán la Región, pero no para regresar a su país. Han tenido suerte y han encontrado trabajo en Cádiz. «Somos montadores, y aquí la cosa está complicada. Yo estuve todo el año pasado en el paro», explica Álex. Su compañero Edgar está, de hecho, ahora sin empleo. Así que la oferta de Cádiz es una tabla de salvación para los dos.
La crisis ha tenido, además, otras consecuencias. Muchos ya no pueden continuar con la hipoteca. Otros, se ven obligados a renunciar a vacaciones. Algunos han tenido que volver a los pisos patera, en los que conviven varias familias.
Las remesas suben
Para los inmigrantes, la prioridad sigue siendo mantener los envíos de dinero a sus familias en sus países de origen. Así que las remesas no solo no han caído, sino que aumentaron un 16,7% el primer trimestre del año, según los datos del Banco de España (el dato se refiere al conjunto del país, porque no se ofrecen cifras regionalizadas).
En algunos casos, parte de la familia ha regresado a casa, y en España se queda quien sigue conservando un empleo. El paro está afectando más duramente a los hombres. «Yo me dedico a la limpieza y conservo el trabajo. Pero mi pareja trabajaba en la construcción y está en el paro», explica Ivona Parada. Pero, de momento, los dos piensan quedarse en España.
Ecuatorianos, colombianos y peruanos son quienes más se están acogiendo al plan de retorno voluntario. La marroquí está entre las nacionalidades que menos están usando esta vía. Pero este agosto, coincidiendo además con el mes del ramadán, muchos han decidido cruzar el Estrecho. La mayoría volverá en septiembre para tratar de seguir adelante. Pero otros se quedarán, al menos hasta que la situación cambie.
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