Internacional

Ni Egipto ni el 15-M: las otras claves del «verano del descontento» en Inglaterra

La difusión por televisión de unos saqueos impunes y los contrastes de Londres agravaron el caos

ABC, BORJA BERGARECHE / CORRESPONSAL EN LONDRES, 12-08-2011

El restablecimiento del orden ha dado paso a la hora de los por qués en un país que hasta hace nada disfrutaba de la euforia de una boda real perfecta y que dentro de un año albergará unos Juegos Olímpicos. ¿Eran revueltas del pan o solo violencia lúdica? ¿Quién tiene la culpa? ABC analiza las claves de lo ocurrido.
Un detonante clásico

Llanto por el cadáver de un joven gángster

En octubre de 2005, la muerte de dos jóvenes de origen africano perseguidos por patrullas policiales desató veinte días de quema de coches en toda Francia. El sábado pasado, Londres se incendió al terminar una protesta pacífica por la muerte el jueves de un joven gánsgter local, Mark Duggan, por disparos de la policía. Todas las revoluciones tienen un detonante concreto que prende la mecha. ¿Pero quién puso la dinamita?
Efecto llamada

La televisión y la Blackberry como gasolina

A la hora de explicar la rápida extensión de los incidentes por distintos barrios de Londres y en otras ciudades de Inglaterra, los sociólogos coinciden en describir dinámicas de grupo elementales como el mero reflejo de imitación de la actuación de personas afines por el aspecto físico, la edad o el origen social. Este mecanismo gregario se vio acelerado por la retransmisión inmediata de imágenes de saqueos impunes por la televisión, y la rápida convocatoria entre conocidos a través de la mensajería privada de Blackberry. En pocas horas, personas con mucho en común pero que no se habían visto antes tomaban al asalto distintos barrios de Londres.
Total impunidad

La policía tardó tres días en retomar la calle

Más que el estallido de violencia, sorprende que los saqueos se extendieran durante tres noches ante la mirada de unos policías incapaces de mantener el orden. Estas 72 horas de impunidad dan cuenta de la dimensión del fenómeno. Una respuesta más contundente habría contenido un fenómeno espontáneo y no ideologizado. Dos cualidades que, por otro lado, han dificultado la represión por la imposibilidad de anticiparse a los rápidos movimientos de los asaltantes.
Más pillaje que revolución

Robaban alcohol, ropa y DVDs, no bancos

No ha sido una revolución de los pobres ni una revuelta del pan «a la egipcia» porque, en las tiendas de Manchester, padres e hijos robaban el alcohol y no la fruta. En Londres, la mayoría de comercios asaltados eran tiendas deportivas como DJ, o de electrónica como PC World, o de equipamiento del hogar como Argos. Ni un McDonald’s roto. Ni un banco quemado. La composición del botín demuestra que no se trata de un movimiento ideológico, ni siquiera un fenómeno semiorganizado como los «indignados» de Sol, sino de una explosión de violencia puntual que se disolvió con la llegada de la policía, y de la lluvia.
Pobres junto a ricos

Más que los recortes, era la envidia

Los londinenses que simpatizan con los saqueadores aluden enseguida a la política de recortes del gobierno como la justificación principal de lo ocurrido. Pero, aunque la crisis y las restricciones en el gasto de los ayuntamientos juegan un papel, este es sobre todo el de agravar las desigualdades ya existentes entre el modo de vida de los habitantes de Hackney, Tottenham o Croydon y los de Belgravia o Notting Hill. El motivo estaría en la «rabia social y financiera» de unos sectores desfavorecidos —que no lumpen— que viven demasiado cerca de los super ricos como para no afirmar su derecho a «tener más».
Composición variopinta

Negros, blancos y asiáticos en los saqueos

Las primeras caracterizaciones de los participantes en los incidentes dibujaban un joven de barrio con capucha de origen afro-caribeño. Pero los cientos de rostros captados por las cámaras de videovigilancia de la policía, y los primeros acusados que han comparecido ante los jueces, muestran una faz mucho más variada. Eran sobre todo jóvenes de 18 a 30 años, pero también sus hermanos pequeños de 10-12 años y, en muchos casos, en Londres o en Manchester, sus padres. Hay negros, blancos y asiáticos. Muchos de ellos con trabajo, y algunos con formación universitaria.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)