La muerte desembarca en Lampedusa

El País, LUCIA MAGI, 02-08-2011

Los guardacostas italianos hallaron ayer 25 cadáveres a bordo de una barcaza procedente de Libia, en aguas de Lampedusa, la pequeña isla siciliana a medio camino entre África y Europa. Los fallecidos eran todos varones, la mayoría jóvenes. Murieron en la bodega de la embarcación, asfixiados por los gases del motor. Sus 271 compañeros que viajaban en la cubierta fueron rescatados, agotados pero vivos, tras dos días y medio de navegación. Se trata de indocumentados subsaharianos, sobre todo de Nigeria, Ghana y Somalia.

La embarcación era grande. Con sus 15 metros de eslora, no era una patera cualquiera. El domingo por la tarde, los ocupantes pidieron auxilio a la Guardia costera con un teléfono por satélite: no conseguían avanzar debido al peso y al mar agitado. “A las 19.30 estábamos allí, con tres lanchas, a 35 millas [55 kilómetros] al sur de la costa, frente esta barcaza que parecía que iba a explotar de tan cargada que iba”, dice Antonio Morana, comandante de la capitanía del puerto de Lampedusa.

“El mar estaba agitado y no pudimos trasladar a los inmigrantes. Los escoltamos hacia el puerto. A una milla de la isla, las aguas estaban menos expuestas a las corrientes, así que cuatro marineros subieron al barco libio para organizar el transbordo. Los inmigrantes les señalaron que bajo cubierta se encontraban más personas. Mis hombres abrieron la escotilla y se encontraron con un cementerio flotante. No pudimos hacer absolutamente nada”, cuenta Morana.

Los cadáveres estaban hacinados en la sala de máquinas. Probablemente fueron los primeros en embarcarse. Se situaron abajo, en la sala de máquinas, a la que se accede por una trampilla de apenas unos 50 centímetros de ancho. A la espera de las autopsias, la hipótesis más plausible es que murieron asfixiados, quizás por los gases del motor. No tenían, además, escape posible, porque cientos de personas se hacinaban en la superficie y taponaban la salida.

La barcaza, con el motor roto, el puente vacío y la barriga llena de muerte, atracó en el puerto militar de Lampedusa cuando amanecía. Los supervivientes, entre ellos 36 mujeres y 21 menores, llegaron a tierra con las lanchas. “Cansados, deshidratados, pero en buenas condiciones”, declara Fabio Strinati, médico coordinador de la Cruz Roja en Lampedusa. “Solo había dos heridos leves. Los otros, incluidas siete madres con sus bebés en el regazo, entraron de inmediato en el centro de acogida”. Allí están siendo interrogados por la policía. Junto a los subsaharianos, ayer ingresaron además 52 tunecinos.

Libia ha sido tradicionalmente un trampolín de salida a Europa para la inmigración subsahariana. Un acuerdo entre el régimen de Muamar el Gadafi y el Gobierno italiano hizo disminuir considerablemente el flujo, que volvió a dispararse desde enero, con las revueltas en el Magreb. Desde entonces, han llegado a las costas de Italia 51.000 personas. Otras 1.674 han muerto en el intento, según el blog Fortress Europe.

Por otro lado, cerca de 500 inmigrantes subsaharianos ocuparon en la madrugada de ayer vías de tren y una autovía en Bari (Apulia, sureste) y se enfrentaron con la policía con piedras y barras de hierro. Un total de 35 agentes y 15 indocumentados resultaron heridos tras siete horas de altercados. Los manifestantes, llegados en los últimos meses a Lampedusa, exigían al Gobierno que acelere la concesión del asilo que han solicitado. Las autoridades se han comprometido a solucionar la cuestión antes del miércoles.

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