La esclavitud del negro en añejas historias del cine

El Universo, 28-07-2011

El cine, cuando se lo propone, se puede convertir en un instrumento eficaz de denuncia de los abusos del poder y de todo sistema oprobioso. En este mes que se festeja el aniversario 160 de la manumisión de los esclavos en el Ecuador, liberación que se anticipó incluso a la de Estados Unidos, es oportuno hacer un breve recorrido por cintas que han permitido hacer conocer la humillación y crueldad que significó la esclavitud en el mundo.

La presencia del negro en el cine ha sido marginal, especialmente en sus inicios, en el que era presentado como alguien maquiavélico, tal como en la cinta El nacimiento de una nación, de Griffith (1915); o simplemente como un personaje sometido a la burla de los blancos en el caso de la comedia, a excepción de Hattie McDaniel, quien por su participación como la criada Mame de Lo que el viento se llevó (1939), se hizo acreedora del Oscar a mejor actriz secundaria.

Exceptuando las versiones que se han realizado de La cabaña del Tío Tom, desde su primera versión en 1927, una de las obras más impactantes sobre este tema es Spartacus (1960) de Stanley Kubrick y su demoledor alegato contra la explotación del hombre por el hombre. Representa uno de los más hermosos cantos a la libertad de todos los tiempos. La novela de Álex Hayley, Raíces (1977), fue llevada a la televisión con gran éxito de crítica. La serie es una saga sobre la generación de esclavos africanos y su aporte al desarrollo de Estados Unidos, una nación que los sojuzgó.

El tratamiento cruel infligido a los africanos, traídos con violencia desde su tierra de origen para ser vendidos, es señalado por Steven Spielberg en su cinta Amistad (1997), valiéndose de un caso de la vida real ocurrido en EE.UU. en 1839, cuando los esclavos de un barco negrero se rebelan contra sus celadores y llevan su caso a la Corte Suprema, cuestionando la legalidad de la esclavitud.

Pero es el cine político y militante el que ofrece las mejores piezas de este tema, lanzando fuertes críticas a uno de los sistemas que dieron origen al esclavismo. Sus dardos se enfilan contra el colonialismo de distinto tipo, que impulsa el avasallamiento del ser humano para la obtención de beneficios para los imperios nacionales. Ejemplo de ello es el filme Queimada (1969), de Gillo Pontecorvo, con interpretación de Marlon Brando, quien encarna al mercenario William Walker (exacto el parecido con su homónimo norteamericano de la vida real), que es contratado por compañías comerciales para ayudar a rebeldes negros que buscan abolir la esclavitud en un país ficticio, y luego intervenir para apropiarse de sus riquezas.

Werner Herzog aporta con Cobra verde (1987), cinta en la que el histriónico Klaus Kinski da vida a un ladrón de poca monta que se convierte en pieza de juego de comerciantes para traficar con esclavos africanos. Su decadencia viene aparejada con la abolición de la esclavitud.

Las secuelas de la esclavitud, como el racismo y la discriminación, son tratadas desde distintos ángulos. El propio John Ford lo mostró desde el seno del ejército norteamericano en el drama judicial Sargento negro (1960), con Woody Stroode. El director Steven Spielberg tocó el tema de la alienación racial con El color púrpura (1985), con Danny Glover y Whoopy Goldberg. La cinta muestra cómo el racismo no está solo en el blanco, sino también en el negro.

El tema de la lucha por los derechos sociales y del negro por su integración plena en la sociedad ha sido analizado en cintas como Mississippi en llamas (1988), de Alan Parker. Esta historia es tomada de un caso de la vida real sobre el asesinato de activistas sociales por parte de miembros del Ku Klux Klan.

En Matewan, (1987) de John Sayles, se muestra la discriminación a los afros en los puestos laborales en los 30, que los lleva a iniciar una huelga que terminará en violencia. Malcolm X (1992) con Denzel Washington encarnando al carismático líder del Black Power, propugna la autodefensa negra. La brutalidad del régimen del Apartheid en Sudáfrica se retrata en la cinta de Richard Attenborough sobre la vida del revolucionario sudafricano Steve Biko.

La lista es larga, pues el cine con sus películas ha expresado visualmente que la lucha del pueblo afro continúa. Por este motivo, es válida hoy más que nunca la frase que sale en los créditos de Cobra Verde: “Algún día, los esclavos venderán a sus amos y se echarán a volar”.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)