Breivik se inspiraba en el extremismo hindú y proponía "una clase subalterna" de no musulmanes de India
Lápidas, insignias y sueños indios
La Vanguardia, , 27-07-2011Aunque la existencia de Noruega en el imaginario indio es dudosa, la mente de Anders Behring Breivik concedía a India un papel clave en su calenturiento proyecto islamófobo y reaccionario. Más de cien páginas de su disparatado alegato están dedicadas al “nacionalismo hindú”, cuyos objetivos considera que son “más o menos los mismos” que los de su supuesta organización templaria. Léase, “la deportación de todos los musulmanes”.
Para sonrojo del principal partido indio de la oposición, el BJP, Breivik recomienda la lectura de su web, así como la de organizaciones religioso-políticas de su misma órbita hinduista, que considera que “sufren la misma persecución por parte de los marxistas culturales que sus primos europeos”. El matarife de Oslo aplaude a los fundamentalistas hindúes que atacan a musulmanes en India, aunque lo considera “contraproducente”, por lo que les aconseja “formar células militares para perseguir a las categorías A y B de traidores y acometer el derribo del Gobierno de cultura marxista”. Un guión sangriento que él mismo creyó poner en práctica el pasado viernes.
Y si hay militares, debe haber condecoraciones. Breivik, además de islamófobo podría parecer un enemigo de la globalización, pero hace un año no se le ocurrió mejor sitio para fabricar sus Insignias del Caballero Justiciero que Benarés, según revelaba ayer The Hindu.Tan chapuceramente que las encargó a Indian Art Company (pura economía sumergida, no precisamente bajo las aguas del Ganges), empresa encabezada por Mohamed Aslam Ansar, obviamente musulmán y que, además, según su perfil social, miembro de un grupo de “amigos del urdu”. La condecoración de marras representa una cruz atravesando una calavera que lleva grabada en la frente la media luna islámica, la hoz y el martillo y la esvástica. Mohamed mandó a Noruega dos muestras, siguiendo las pautas marcadas por Breivik, con un resultado que no desentonaría en la camiseta de un grupo de heavy metal trasnochado.
Por lo que fuera, la orden de producción nunca se materializó, como tampoco el segundo encargo que tenía en mente, la Medalla al Servicio de la Liberación de India,con objeto de “apoyar a las fuerzas nacionalistas indias en la erradicación del islam de territorio indio”. Tan alta distinción premiaría a “hindúes, budistas, judíos o ateos no europeos que en territorio hindú, budista o judío dirijan sus esfuerzos contra las fuerzas, intereses o personas del yihadismo o la cultura marxista”. Una concesión al multiculturalismo del fanático escandinavo, que no obstante consigue llevar la mentalidad Ikea hasta a las Cruzadas. Porque no todo van a ser escarapelas para sus templarios, también les reserva lápidas en la conflagración que augura. Y ante la perspectiva de “pagar de cinco a diez mil euros a un artesano funerario europeo”, el antiglobalizador lo tiene claro: “Productores en países de bajo coste deberían ser contactados para la tarea de crear una o múltiples lápidas en el futuro”. “Esto podría sonar hipócrita – reconoce-,pero conservar nuestros fondos es parte central de nuestra lucha”.
Ahora que ya conocemos las bondades – y no sólo las maldades-de la globalización según Breivik, veamos su concepto de inmigración bien entendida. Su mamotreto on line apuesta por la creación de “una clase subalterna”, formada por no musulmanes del subcontinente indio. “Vivirán en barrios segregados de cada gran ciudad europea, trabajarán doce horas al día, con contratos de seis o doce meses y después serán devueltos a sus países”. A cada uno lo suyo.
Hay que recordar que el terrorismo azafrán – por el color sagrado del hinduismo-provocó un mínimo de 110 muertos y 500 heridos entre el 2006 y el 2008 en atentados inicialmente atribuidos a islamistas. Y que algunos miles de musulmanes fueron asesinados en India en los estallidos de odio de Ayodhya en 1992 y Guyarat, una década más tarde.
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