La ponencia de clausura del curso de verano sobre terrorismo yihadista se dedicó a analizar el comportamiento de la diáspora de la mano de Peter Waldmann, catedrático de Sociología Política de la Universidad de Augsburgo (Alemania).

Para el profesor, con la diáspora se hace referencia «a grupos de personas que viven en un país extranjero pero mantienen una estrecha relación con sus países de origen».

Waldmann, sin embargo, indicó que no todas las migraciones pueden definirse como diáspora, es decir, no todos los inmigrantes mantienen tensiones culturales ni tienen una voluntad certera de regresar a su país de origen.

Entre las características de la diáspora se encuentra la dificultad de los colectivos o grupos sociales a adaptarse e identificarse con el país de acogida, donde se sienten rechazados.

La formación de la diáspora, según apuntó Waldmann, se produce en dos fases. Una primera en la que el movimiento migratorio puede identificarse como «exilio», siendo en la segunda en la que se desarrolla la diáspora propiamente dicha.

En este sentido, el catedrático indicó que el salafismo extremista, vertiente radical de la corriente que propugna la pureza del Islam, es la manifestación más peligrosa de la radicalización de la diáspora para los países de acogida de los inmigrantes .

Para Waldmann, el campo más fértil para el proceso de radicalización es la ciudad, pues se produce una especie de contrapeso frente a la autoridad familiar del inmigrante. Ante el temor de que el primogénito adopte la cultura occidental, se produce una «revisión» de la tradición religiosa de su país de origen desde una óptica más radical.