Considerar que los extranjeros que han venido a trabajar son todos o maleantes o culpables de nuestra crisis y de nuestro paro, cuando en época de bonanza han estado trabajando en los empleos que no queríamos los españoles, es demagogia pura y fácil .
Según un informe de La Caixa, los inmigrantes aportaron una media de 3,2 puntos de crecimiento a nuestro PIB entre 1995 y 2005 y un incremento de la renta anual en 623 euros por habitante en los últimos diez años.
La inmigración dinamizó muchos barrios al hacerse cargo tanto de los negocios como de los empleos que los españoles no querían.
Incluso en plena crisis hay muchos puestos de trabajo de difícil cobertura que no los quieren los españoles: ¿cuánta gente, por ejemplo, se ofrece a realizar trabajo de interna en el hogar?
Hay mucha gente que ignora estos datos y es presa fácil del miedo irracional a este fenómeno. Pero quienes, conociendo esta realidad con cierto rigor, aún siguen culpando de todo a la población extranjera están gravemente afectados por la triste enfermedad de la xenofobia.