La inestabilidad política y la guerra de Libia, en la que España participa a través de la OTAN, comienzan a cobrar tintes de tragedia humanitaria y pueden tener importantes consecuencias para el fenómeno de la inmigración. Italia ya las está sufriendo y muy pronto pueden llegar a España.

Y todo ello en un momento en un momento en el que el Servicio Marítimo de la Guardia Civil se encuentra bajo mínimos, con sus dos patrulleras averiadas, mientras los constantes problemas técnicos siguen poniendo en duda la efectividad de los radares del SIVE.

Las autoridades europeas calculan que Túnez acoge en estos momentos a cerca de 700.000 refugiados —la mayoría de ellos procedentes de Libia, pero también de otros países africanos— que intentan cruzar el Mediterráneo para llegar a las costas italianas. Ante los ataques de la OTAN, Muamar el Gadafi ha decidido abrir sus fronteras para incrementar la presión migratoria sobre Europa, lo que ha provocado un auténtico éxodo desde varios países del centro y el sur de África .

La inquietud de las fuerzas de seguridad españolas es que ahora una parte de estos refugiados abandone Túnez cruzando la frontera con Argelia, desde donde intentarían alcanzar las costas españolas. Por ello, temen que este verano se intensifique el tráfico de pateras y cayucos en dirección a las provincias de Alicante y Murcia, debido a su proximidad con Argelia.