Respetada por la prensa estadounidense y perseguida por la francesa, la denunciante del caso Strauss-Kahn continúa “escondida”. De ella se dice que es musulmana, 1,80 metros, viuda y que a sus 32 años cría sola a su hija de 15. Hace unos días, tras filtrarse que los informes de ADN confirmaban una relación sexual entre el político francés y la limpiadora, el defensor, Ben Brafman, arremetió diciendo, sin decirlo, que disponía de una información que socavaba la integridad de esta mujer. Ayer, su letrado, Kenneth Thompson, afirmó que, pese a la campaña de difamación, “ella se mantiene firme por la dignidad de las mujeres y por respeto a si misma, quiere que salga a la luz el terrible ataque que sufrió”. El abogado dijo que ella sigue sin poder trabajar. “Lo que ella quiere es justicia”, añadió.