urretxu. El Ayuntamiento de Urretxu y el grupo de trabajo Parte Hartuz de la UPV han realizado un plan de convivencia e inmigración y éste se presentó ayer por la tarde en el Consistorio.

Para desarrollar el proyecto se ha contado con la participación de los vecinos. El objetivo de la iniciativa es conocer la realidad de los inmigrantes que residen en Urretxu y para ello se han analizado los datos en poder del Ayuntamiento y se ha pedido su opinión sobre la inmigración y sus efectos a los trabajadores municipales, las asociaciones y los vecinos en general.

En la localidad hay 256 inmigrantes: un 5,6% de la población. Algo más que en Gipuzkoa. Desde 2002 la población inmigrante se ha multiplicado por cuatro en Urretxu. Solo el 8,2% lleva más de seis años en el municipio.

El 19,9% son portugueses y el 17,5% marroquíes. Les siguen los argentinos (9%), los rumanos (8,2%), los polacos (7,4%) y los chinos (5,5%). El 41,7% son mujeres y el 58,3% varones, pero entre los sudamericanos son mayoría las mujeres. En lo que respecta a la edad, la media es de 30,9 años. Cabe destacar que el número de mayores de 60 años ha descendido enormemente desde 2007.

La mayoría de los inmigrantes viven en régimen de alquiler, pero tienen dificultades para encontrar vivienda. El estudio ha constatado que aquellos que llevan más tiempo entre nosotros conocen los programas de ayuda y se benefician de ellos y que los autóctonos desconfían de los inmigrantes a la hora del alquilarles sus viviendas.

En cuanto al mercado laboral, la mayoría tiene dificultades para encontrar trabajo. Las mujeres trabajan sobre todo en la hostelería y los servicios sociales y los hombres en la construcción y la industria. En muchos casos son víctimas de la economía sumergida y sus contratos son temporales.

El estudio ha analizado también la relación de los inmigrantes con la educación. La matriculación ha subido y se destaca que los centros no tienen suficientes recursos para garantizar que los hijos de los inmigrantes aprendan euskera. Los adultos también quieren estudiar, pero sus condiciones laborales les dificultan el acceso a la educación.

Por último, la relación entre los autóctonos y los inmigrantes es escasa. La mayoría de los que han venido de fuera han reconocido que alguna vez se han sentido discriminados y ha quedado claro que hace falta transmitir mensajes positivos.