Colaboración

En la onda europea

Deia, por Robert Pastor, * Periodista, 28-05-2011

HACE unas cuantas décadas, en plena oscuridad cultural y social, se decía que Barcelona era Europa porque se respiraban aires de modernidad y liberalidad relativos. El domingo, los electores pusieron al conjunto de Catalunya en la onda del viejo continente para bien y para mal con la estrepitosa debacle del centro izquierda y de la izquierda histórica, los no menos históricos récords del centro derecha y de la derecha y la aparición, significativa aunque todavía muy minoritaria, de expresiones de la ultraderecha xenófoba.

En cambio, el independentismo declarado y directo fue víctima de la división acentuada, aunque abrió el resquicio de una nueva fórmula: las candidaturas de unidad popular, radicalmente asamblearias, fuera de sistemas y esquemas convencionales.

Contra lo que se temía a la vista del movimiento del 15 de mayo, la participación no se redujo, sino que aumentó un punto respecto al 2007, para situarse en el 54,93%, algo más que aceptable vistos los augurios previos. La otra incógnita resuelta fue que las medidas de ajuste, las tijeras de Artur Mas, no pasaron finalmente factura a la coalición nacionalista, pese a ser utilizadas por todos los adversarios como arma electoral. Por el contrario, CiU fue la opción más votada en la mayoría absoluta de municipios (515 de 947), superó en más de 50.000 votos directos a la siguiente opción, la del partido socialista, y ganó entre otras muchas las alcaldías de la capital, Barcelona, y de Girona, que desde los inicios de la transición habían sido feudos invulnerables del PSC.

Junto con Esquerra y la central del PSOE, la otrora fuerza predominante en comicios locales y estatales, con los dirigentes dimitidos de facto, se mostró en época de liquidación, en el mejor de los casos por reformas generales, si no por derribo. En ambos casos se anuncian congresos inminentes para replantearse a fondo ideas matrices y direcciones. Puigcercós y toda la ejecutiva republicana se han rendido a la evidencia y han anunciado, ahora sin paliativos, las dimisiones, después de desaparecer literalmente de las corporaciones de tres de las cuatro capitales y quedar reducidos a la mitad (de cuatro a dos) en Barcelona en una clara demostración de que en política, a veces, las sumas (en este caso la del grupo del expresidente del Barça Joan Laporta) restan.

El PSC busca salir de su desorientación con caras nuevas, entre las que gana protagonismo Ángel Ros, alcalde reelecto de la ciudad de Lleida, con una mayoría absoluta ampliada y partidario, como José Félix Ballesteros, que fue el más votado en Tarragona, de la vuelta a un grupo parlamentario propio de socialistas catalanes en el Congreso de los Diputados. Ambos fueron críticos, públicamente, con la votación disciplinada con el PSOE contra la moción que exigía el pago al Principat de los 1.450 millones del fondo de competitividad.

La marea azul del conjunto del Estado también afectó. El Partido Popular marcó los mejores resultados que se recuerdan y fue claramente el más votado en la tercera ciudad más poblada, Badalona, donde las consignas xenófobas de García Albiol le dieron 11 concejales, por 9 del PSC, 4 de CiU y 3 de Iniciativa – Verds, el equivalente de Izquierda Unida, que mantuvo bien el tipo.

El mensaje contra la inmigración y los inmigrantes , único planteamiento de la llamada Plataforma per Catalunya (PxC) dio fruto como en el resto de Europa. Desde Vic, lugar de nacimiento y epicentro del grupo, donde son la segunda fuerza municipal, han conseguido casi cuadruplicar la representación, de 17 a un total de 67 ediles. Especialmente significativo el caso de la conflictiva población de Salt, recuperado por el exalcalde de Unió, donde la alcaldesa socialista saliente declaraba que los 1.100 votos perdidos por su lista eran, casi uno por uno, los obtenidos por la plataforma.

En el extremo contrario, los movimientos populares de las CUP conseguían un salto todavía más considerable con un crecimiento del 500% (de 20 a 101 concejales) y la mayoría relativa en Arenys de Munt, primer escenario de las consultas sobre la independencia, con el líder de la iniciativa a la cabeza del cartel.

Llega la hora de los pactos. Los habrá tan diferentes y aparentemente increíbles como siempre, en función de cada localidad, especialmente en los pueblos pequeños. En general, la tentación es volver a los acuerdos entre el gran ganador y el siguiente partido que más ha progresado, para evitar alianzas entre perdedores. El precio de embarcarse con el PP puede ser muy alto para CiU, a medio plazo, a juzgar por las experiencias conocidas.

Y sin embargo, dinamitada definitivamente y en la práctica totalidad del mapa la posibilidad de reeditar los antiguos tripartitos, entre los dos sumarían mayorías absolutas en la Alcaldía de Tarragona y en la Diputación de Barcelona, único entre los cuatro entes provinciales donde la izquierda conserva alguna opción de poder. Trías, el ganador de Barcelona, propugna que cada organización municipal decida por sí misma y él postula para la capital un gobierno monocolor en minoría, con pactos constantes y asimétricos con unos y otros. Para el resto, la única compañía vetada por todas las demás formaciones sin excepción es la de la xenófoba PxC, aun a costa de frentes muticolores.

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