DURANGO
«Han empezado a consultar a los antropólogos para atender a los inmigrantes »
La duranguesa Ana Mateo impartirá esta tarde en Pinondo Etxea una charla sobre las mujeres de Guatemala
El Correo, , 20-05-2011Han pasado dieciséis años desde la primera vez que la duranguesa Ana Mateo pisó Guatemala por primera vez y aún recuerda aquella experiencia como «tremendamente dura, fue la visión de una injusticia bestial», señala. Mateo, llegó al país centroamericano de la mano de un proyecto de la ONG Bateginez y, desde entonces, ha estado vinculada a las tierras de los descendientes de los mayas. Hoy, a las siete y media de la tarde, relatará su experiencia en Pinondo Etxea.
El trabajo de esta médico, antropóloga y cooperante ha girado siempre en torno a tres temas muy relacionados entre sí: la mortalidad materna, la prevención del VIH y la violencia contra las mujeres , asuntos que unifica en la tesis doctoral que prepara y que muestra que los malentendidos culturales suponen peligrosos obstáculos para las mujeres guatemaltecas.
Trabas tan peligrosas que pueden acabar con la muerte de las pacientes embarazadas. «La muerte materna en Guatemala puede considerarse femicidio, porque se trata de un problema estructural», afirma Mateo que apunta que la incidencia es más alta que los tristemente conocidos asesinatos de mujeres , pero no se contabilizan como tales.
Los prejuicios culturales, que proponen «al indio como sucio, campesino, inculto, que no sabe cuidar bien a su hijo», influyen en el trato que la comunidad médica da a las mujeres . Se impide que acudan con su ropa a los hospitales, que sean atendidas por sus matronas o que sus maridos estén presentes en el parto.
Cultura del anciano
Con ese panorama, muchas familias, cuya visión de la salud abarca un ámbito más comunitario, no acuden a los hospitales hasta que es demasiado tarde . Los centros se convierten así en lugares «donde se va a morir», no a reponerse, y la población los rechaza. Por eso, Mateo reclama que la atención médica sea más permeable a los sistemas de creencias y las costumbres de la población que atiende. «Critico el sistema desde mi posición como médico», subraya. En su opinión, «el médico debe ser un consejero», porque es el paciente quien realmente conoce lo que ocurre en su cuerpo.
«Aquí también han empezado a consultar a los antropólogos sobre cómo atender a la población inmigrante», señala. Mateo explica que la presencia de prejuicios y malos entendidos culturales no suponen un problema nuevo, aunque la presencia de una etnia o de una lengua distinta lo hacen más visible. «También se deja fuera la cultura del anciano, sus creencias sobre la salud, y eso trae consigo, por ejemplo, que el médico no consiga transmitir la importancia de acabar un tratamiento», apunta.
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