Colaboración

Mil muertes en el canal de Sicilia

Deia, Por Peio Aierbe, * SOS Racismo. Red europea Migreurop, 15-05-2011

LA noticia desvelada por The Guardian y que hace responsable a unidades militares de la OTAN de la muerte de 61 inmigrantes, al no prestarles auxilio, obligatorio por el derecho marítimo internacional, es un crimen que ha de ser investigado y juzgados los responsables y pone de manifiesto, una vez más, la absurda contradicción entre una intervención en Libia bajo el mandato de proteger a la población y una práctica de la UE dirigida a impedir que lleguen a las costas europeas desplazados por este conflicto, aunque suponga que mueran ahogados en el Mediterráneo. Y son cifras escalofriantes. Solamente por reseñas periodísticas, estamos hablando de más de 1.000 personas ahogadas en el canal de Sicilia desde comienzos de año. Lo que quiere decir que la cifra real será mayor. Una parte de las muertes ha tenido lugar frente a las costas de Libia y el resto en la zona de rescate de competencia europea.

Es necesario que la UE asuma sus responsabilidades en la atención a las víctimas de estos conflictos. Son los países de la región quienes están asumiendo el grueso de esta tarea: 327.000 personas desplazadas a Túnez, 256.000 a Egipto, 60.000 a Níger, 20.000 a Chad, 14.000 a Argelia. Y la UE, por el contrario, se opone a dar la acogida debida a las 30.000 personas que han llegado a Lampedusa.

Diversas redes europeas vienen reclamando a la UE que ponga en funcionamiento los mecanismos previstos para casos de evacuación humanitaria, lo que evitaría este reguero de muertes. La respuesta: el silencio. Por el contrario, un gran revuelo institucional en torno a la modificación del Tratado de Schengen. La actuación de la UE, contraria a los principios fundacionales de la misma, solo se entiende a partir de haber creado un fantasma: el del peligro de la invasión migratoria. Las cifras lo desmienten, pero, una vez creado el fantasma, se trata de combatirlo a toda costa. Es hora, pues, de cambiar de discurso y práctica. Europa debe implicarse en resolver las situaciones de vida o muerte a las que se enfrentan miles de personas en la orilla sur del Mediterráneo.

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