Migrantes quieren volver tras perder todo en terremoto
El Universo, 13-05-2011La tierra se partió a los pies de Edith Paladines. La ecuatoriana nacida en Piñas (El Oro) conducía su vehículo desde la localidad murciana de Torrecilla hacia Lorca cuando la ciudad de 92.694 habitantes, de los cuales 6.738 son compatriotas, tembló a las 18:48 del miércoles, afectada por un terremoto de magnitud 5,1 en la escala Richter.
Apenas unos metros la separaban de la academia donde estudia su hijo Steven, de 19 años, cuando los primeros escombros comenzaron a caer sobre calles y aceras.
Cuatro plantas de un edificio se vinieron abajo ante sus ojos en medio de una nube de polvo. Luego siguieron los gritos, el pánico, la desolación. “Ha sido un infierno. Pensé que mi hijo había muerto. Tardé una hora y media en reencontrarme con él”, comenta la inmigrante.
Su vivienda, un modesto inmueble en el campo, acogió a cerca de una treintena de connacionales. Pasaron la noche a la intemperie, en una carpa.
Jorge Loayza, de 27 años, fue uno de los refugiados en el domicilio de Paladines. El sismo lo sorprendió cuando laboraba en la oficina de representación del Banco del Austro.
“Se desprendió la losa del edificio y el techo cayó sobre las mesas. Estábamos tres funcionarios y pocos clientes”, recuerda. Salió a la calle y cruzó la ciudad para comprobar que su hermana y su sobrina estaban a salvo. “Lograron huir a tiempo porque la fachada del edificio del piso se había caído; la Policía nos ayudó a abrir la puerta y sacar algo de ropa”, relata.
Mayra Rambay, residente en Lorca desde hace una década, lo perdió todo en el terremoto. Durmió la noche del miércoles a la intemperie con su marido y su pequeña de 4 años en el recinto El Huerto de la Rueda, con cuatro mil personas más.
“Los ecuatorianos somos los más afectados porque vivimos en pisos viejos de alquileres baratos”, sostiene la machaleña entre lágrimas.
Antes de abandonar su domicilio sacó algo de ropa y un poco de comida. Unos 1.050 compatriotas atraviesan por una situación similar, en cálculos de la cónsul en Murcia, Cecilia Erique. Los más afectados residían en los barrios de la Viña y San Cristóbal y en el centro.
Anoche tenían previsto pernoctar en tiendas de campaña y albergues.
La quiteña María Luisa Andrade ya decidió: “Si me he quedado sin nada, estoy en paro y sin dinero para el arriendo, no tengo por qué seguir en España, es momento de volver”.
Óscar Jara, de la Secretaría Nacional del Migrante (Senami), escuchó ayer a varias personas repetir esta frase.
La entidad gubernamental implementa un plan de ayuda extraordinaria para las personas que deseen retornar tras analizar su situación socioeconómica y luego de que reciban las indemnizaciones como damnificados de la tragedia.
Ninguno de los nueve fallecidos es ecuatoriano.
Hasta ayer, del balance de 324 heridos, la Senami solo tenía constancia de un ecuatoriano de 53 años, el mantense Vicente Antonio Velásquez Briones, quien tenía previsto operarse ayer de fracturas en las dos piernas en el hospital Reina Sofía en Murcia.
Él resultó con lesiones cuando una cornisa lo aplastó mientras intentaba salvar la vida de dos ancianas.
Apuntes: Damnificados
Grandes daños en edificios
Técnicos inspeccionan las viviendas y usan el color verde para indicar que puede ser ocupada; el amarillo, entrar a tomar pertenencias. Negro es riesgo inminente de derrumbe. Solo el 44% de 542 edificios revisados es habitable.
Indemnizaciones
El Gobierno declaró 48 horas de duelo oficial y autorizó a indemnizar a familiares de los muertos y heridos con hasta 18.000 euros (más de $ 25 mil); además, para alquilar viviendas o reconstruirlas.
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