La muerte de 61 inmigrantes al no prestarles auxilio es un crimen que ha de ser investigado. Esta actuación pone de manifiesto la contradicción entre una intervención en Libia y que la UE impida que lleguen los desplazados por este conflicto, aunque ello suponga que mueran ahogados. Según algunos cálculos, desde el inicio del año ha muerto casi un millar de inmigrantes en el canal de Sicilia: una parte frente a las costas de Libia y el resto en la zona de rescate de competencia europea. Es necesario que la UE asuma su responsabilidad en la atención a las víctimas de estos conflictos. Son los países de la región quienes están asumiendo el grueso de esta tarea. La UE, por el contrario, se opone a acoger a las 30.000 personas que han llegado a Lampedusa. La actuación de la UE, contraria a los principios fundacionales de la misma, sólo se entiende a partir de haber creado un fantasma: el del peligro de la invasión migratoria. Las cifras lo desmienten, pero una vez creado el fantasma, se trata de combatirlo a toda costa. Es hora de cambiar de discurso y de práctica. Europa debe implicarse en resolver las situaciones de vida o muerte a las que se enfrentan miles de personas en la orilla sur del Mediterráneo.