la tragedia del pueblo libio

La OTAN se autoexculpa

La coalición militar dice no haber encontrado pruebas que le inculpen de la muerte de 61 inmigrantes

Deia, Silvia Martínez, 11-05-2011

“La OTAN ha evaluado toda la información relevante a su disposición y no hemos encontrado ninguna prueba de que esté implicada”. Así de tajante respondió ayer la portavoz adjunta de la Alianza Atlántica, Carmen Romero, al ser preguntada por la investigación puesta en marcha para aclarar si un portaaviones aliado abandonó a su suerte a un barco con 72 inmigrantes cerca de la costa de Libia cuando intentaba llegar a la isla italiana de Lampedusa. Según el testimonio de uno de los supervivientes murieron 61 personas de hambre y sed. “La OTAN no ha estado implicada”, reiteró. La misma versión ofreció el general de brigada italiano Claudio Gabellini. “He leído las informaciones pero no hay en absoluto pruebas de que barcos de la OTAN estuvieran implicados en este incidente”. Y como explicaran fuentes aliadas tras conocer la noticia publicada por el diario británico The Guardian el pasado lunes reiteró también que los mandos tienen la obligación de hacer todo lo que esté en su mano para que su comportamiento sea acorde con el derecho marítimo internacional. Es más, otro de los responsables aliados que comparecieron ayer ante la prensa, Peter Clarke, recordaron que la OTAN asistió a un total de 283 personas el pasado 26 de marzo.

Y es que son muchas las personas que huyen de la inestabilidad del norte de África en los últimos meses y se juegan la vida intentando cruzar a territorio europeo. Más de 25.000 personas habrían llegado a Malta y a la isla italiana de Lampedusa desde comienzos de año provocando decisiones populistas en algunos países y reabriendo el debate sobre la reintroducción de los controles fronterizos. De ellos, más de 20.000 obtuvieron un permiso temporal de residencia de manos del Gobierno de Silvio Berlusconi, lo que les permitió circular libremente dentro de la Europa sin fronteras y cruzar a la vecina Francia. En reacción a esta decisión, el Gobierno francés cerró su frontera y reinstauró los controles. Poco después, ambos gobiernos sellaron la paz y pidieron a la Comisión Europea reinstaurar la posibilidad de controles fronterizos temporales en caso de que un socio no fuera capaz de controlar su frontera exterior o por flujo masivo de inmigrantes. Bruselas presentó sus ideas la semana pasada. Ayer la mayoría de los grupos políticos arremetieron contra Barroso por ceder a las presiones de Francia e Italia frente a uno de los mayores logros de la construcción europea como es la libre circulación de personas.

plantar cara a parís y roma “La comunicación de la Comisión Europea es exagerada y está fuera de lugar”, advirtió el jefe de filas de los socialistas, Martin Shulz, para quien la llegada de 25.000 inmigrantes a Italia no supone una crisis migratoria. El socialista alemán advirtió a Barroso que lo que tendría que haber hecho es plantarles cara a París y Roma y explicarles lo erróneo de su comportamiento porque de esta forma “estamos perdiendo el espíritu europeo”. Igual de contundente fue Guy Verhofstadt, líder de los liberales. “Es una vergüenza. Italia facilitando permisos, Francia aplicando controles. Es como si Europa hubiera dejado de existir”, lamentó. El eurodiputado belga calificó la polémica entre Sarkozy y Berlusconi de “partido de ping – pong” en el que hubo un gran perdedor: Schengen. Recordó que reintroducir los controles es “desproporcionado”.

Para el líder de los verdes el problema no está en los miles de inmigrantes llegados del norte de África sino en Europa. “Aceptando la presión populista estamos creando una Europa a la carta. Los blancos van a entrar. Los más morenitos no”, alertó. Críticas también desde la izquierda e incluso desde la bancada conservadora. “Han llegado 25.000 a Lampedusa. Son los que llegan anualmente a Suecia, un país con menos habitantes que Italia”, recordó el alemán del PPE, Manfred Weber.

Barroso se defendió de mensajes como estos y señaló que revisar el Tratado de Schengen “no es un paso atrás sino adelante”. Y es que según insistió “no podemos estar ciegos: si no reforzamos los mecanismos los gobiernos continuarán actuando solos. Estamos dando motivos al extremismo y la xenofobia”, lamentó. Tras este primer debate de ayer en la Eurocámara los 27 ministros de interior tendrán ocasión de evaluar las propuestas por primera vez en un Consejo extraordinario convocado mañana en Bruselas.

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