Piden comida y les damos fútbol
La Verdad, , 03-05-2011
:: JOSÉ IBARROLA
En cuántos despachos, ahora, se plantean cómo ganar las elecciones? Incluso cómo dar respuesta a la situación que vivimos: los nuevos pobres y … los de siempre, los olvidados, esos que… esos a quienes la escuela de la vida ha elevado a catedráticos del dolor de cada día, héroes de la supervivencia.
Año 2011, siglo XXI. En Murcia, también en otros puntos de España, sigue habiendo chabolas de cartón y tablas, familias viviendo en derribos, infraviviendas llenas de humedad con huecos sin ventanas, cuyo vaciamiento económico y sociocultural no es mérito de un solo gobierno. Los hubo y los hay de izquierdas y derechas, todos ellos empoderados por una sociedad que les vota. Somos los responsables.
Apartados de la vida de cada día, invisibilizados en núcleos concretos, los veo allí, en sus calles, y me golpean el corazón en el pecho, acosados por el severo rencor de los tiempos; piden una oportunidad para integrarse y les damos televisión. Piden una renta mínima para poder comer y les damos fútbol. Pero, cuando acabe la Liga, ellos seguirán igual y, cuando alguien gane la ‘Champions’, habrá jugadores, entrenadores que aumentarán su caché, pero ellos, los eternos perdedores, seguirán igual, sin futuro.
Cáritas denuncia ‘un poco’, ’sólo un poco, que tenemos que cerrar centros de acción social, que nuevas personas quedarán sin nada, en la calle . La respuesta es clara: la política ejecutiva se ofende porque puede perder votos… ¿Y la respuesta social? Salvo unos pocos, la sociedad duerme.
Me pregunto: ¿Qué pasaría si la denuncia profética se diera con toda su fuerza desde la prioridad de la dignidad de la persona, de todas las personas; desde la centralidad fraternal que marca Jesucristo, desde los principios fundamentales de la Doctrina Social de la Iglesia? La respuesta tal vez sería ‘¡Bah, esos locos cristianos!’
Mi propuesta es ‘mirar’, aprender a mirar la pobreza con ojos de pobre. En lugar de esconderlas, vamos a hacer una excursión a las zonas verdes o a los jardines de Los Mateos, o al también inexistente parque de San José Obrero de Alcantarilla, o una excursión, en día de lluvia, al paraje El Campico, donde el suelo arcilloso no filtra y los pozos negros revientan de porquería y el agua la extiende por todo el poblado.
En lugar de fotos, cuando se da comida, mantas o subvenciones parciales, vamos a sentarnos con los que usarán las mantas, comprobar los lechos donde se utilizarán, ver las mesas donde se servirán y compartirán los alimentos, el ambiente familiar, la ‘casa’ que los cobija. Y ahora hablemos de promoción, dignidad, integración, participación, empleo… en una palabra, de futuro.
Aunque los llamamos gitanos, inmigrantes, sin techo tienen nombres: María, Pascual, Isabel, Andrés y cualidades, potencialidades como tú y yo.
Es cierto que ante la situación que vivimos y ante los nuevos perfiles de pobreza hay dos grandes colchones que están atenuando la dramática situación de muchas personas, fundamentalmente, la familia, junto a las entidades sociales y Cáritas en particular. Pero ante la pobreza severa, carencias económicas, emocionales, relacionales, participativas, personales, familias a las que el olvido ha sumido en una situación de difícil retorno no cabe más que arrimar el hombro, dejar de hacer de las políticas sociales armas arrojadizas o disputa de votos para que sea compromiso de futuro para los últimos y no atendidos.
Aunque me cabe la esperanza del trabajo diario de los pocos locos que creemos mucho en la gran utopía, al caer la tarde, cada tarde, me veo quebrantado, a veces desanimado. ¡Qué poco avanzamos! Y cada noche, al acostarme en mi cama limpia y cómoda, pienso en tantos María, Pascual, Isabel y elevo una oración al Dios que todo lo puede para que transforme mi corazón en un corazón de carne sensible al hermano.
Mientras tanto, en muchos despachos se siguen afilando palabras, aguzando ideas, repasando programas, concretando la campaña para ganar las próximas elecciones.
Aun así, lo nuestro es trabajar y esperar a ver si, con la ayuda de Dios y en palabras de Antonio Machado…
Con las lluvias de abril y el sol de mayo mi corazón espera otro milagro de la primavera.
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